Dana Delany, una 'mujer desesperada' a la que le gusta ser forense

  • Durante tres años ha sido una de las habitantes de Wisteria Lane bajo el nombre de Katherine Myfair. Ahora, el camino de Dana Delany se aleja de ‘Mujeres desesperadas’. En ‘El cuerpo del delito’, serie que acaba de presentar en Madrid y que se estrenará el próximo 18 de febrero en FOX (22.50 horas) y después en Cuatro, ejerce como neurocirujana reconvertida en forense. A ‘Mujeres desesperadas’ no le cierra la puerta.
M. J. Arias

Dana Delany ha cambiado su casa en la exclusiva calle donde habitan Susan, Gabrielle, Lynette y compañía por la morgue y los guantes de látex. La actriz neoyorquina es la protagonista principal de ‘El cuerpo del delito’, una serie de reciente producción cuyo piloto será emitido por FOX el próximo 18 de febrero (22.50 horas). Aunque no es lo habitual, el estreno tendrá lugar antes en España que en Estados Unidos, por lo que los capítulos sólo podrán verse en su versión doblada. Nada de original. Cuatro será quien la emita en abierto.

‘El cuerpo del delito’ gira alrededor del personaje interpretado por Delany, la doctora Megan Hunt, una neurocirujana de éxito a la que un accidente de coche le cambia por completo la vida. Pierde la sensibilidad en las manos y ya no puede ejercer su profesión, por lo que decide reciclarse y dedicarse a la medicina forense. Al menos consigue reconducirse en lo profesional, porque en el apartado personal su vida es un desastre. Como explica la propia Delany, es “una historia de redención, gran parte de la serie será ella redimiéndose, convirtiéndose en más humana y reparando su relación con la hija”.

Hospitales, médicos, forenses… las comparaciones son inevitables. Delany asegura que lo que diferencia a ‘El cuerpo del delito’ de otras series es su triple capa. Una principal en la que lo importante es resolver el caso del cuerpo que les ocupa en cada episodio y otras dos que tratan la vida personal de la doctora Hunt y la política de la oficina. Aún así, su personaje recuerda en cierta manera a House, por su carácter y su brillantez de pensamiento. Ella se declara fan de Hugh Laurie y explica que para ser neurocirujano hay que ser muy inteligente. Además, pone énfasis en que la herida de Hunt “es más psíquica”, mientras que la de House es más física (su pierna).

‘Mujeres desesperadas’ y ‘El cuerpo del delito’ no tienen nada que ver. Ya no sólo en la trama, sino en la forma en la que ha tenido que trabajar esta actriz de 54 años. De su paso por la primera, Delany asegura que echa de menos “a las personas y lo fácil que fue”. Sobre todo porque, según cuenta, entonces sólo trabajaba tres días a la semana y ahora está 15 horas diarias rodando y sale en todas las escenas. Es lo que tiene el protagonismo. Pero el trabajo duro es lo de menos. Después de todo, ella reconoce haber renunciado a tener una familia o a casarse porque le encanta su profesión y no se veía llegando a casa y teniendo que dar de cenar a un niño o acostarlo. “No sé cómo lo hace Angelina Jolie”, bromea.

Sobre la posibilidad de volver a ser inquilina de Wisteria Road, ella lo tiene claro: “Sí”. La puerta no sólo no está cerrada, sino que le encantaría que su personaje volviese de París fumando, hablando francés y que siguiese con su novia. El equipo le ha manifestado que estaría encantado de que volviese. Aunque todo es posible, no tiene muy claro que pudiese estar en las dos series al mismo tiempo. De momento, está centrada en ‘El cuerpo del delito’, serie en la que se lo ha pasado engrande con el rodaje y la preparación.

Lo más fascinante ha sido el tema de las autopsias. Para construir su personaje se entrevistó con una neurocirujana y acudió a varias autopsias. “Al final de la primera temporada [son 13 capítulos] me dejaron participar en una autopsia porque estaba muy acostumbrada. Fue un verdadero regalo”, recuerda con una sonrisa. A cualquier otro eso de rajar un cadáver podría haberle parecido lo más duro de su papel, sin embargo para ella fue tener que pelearse con los términos médicos. “Doy gracias a mi iPad y a la Wikipedia”, bromea. Al final, la jerga pasó a ser parte de su vocabulario y le salía sola, aunque conseguirlo no fue nada sencillo.

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