Del Álamo, Marco, Luque y Pinar, primeros de una Feria sin claro campeón

  • Es raro, y hasta resulta paradójico, que en la Feria de Santander, con cuatro toreros a hombros por la Puerta Grande, no hay un nombre para el ciclo en exclusividad, ninguno puede considerase campeón en el sentido de haber logrado un triunfo de clamor.

Juan Miguel Núñez

Santander, 1 ago.- Es raro, y hasta resulta paradójico, que en la Feria de Santander, con cuatro toreros a hombros por la Puerta Grande, no hay un nombre para el ciclo en exclusividad, ninguno puede considerase campeón en el sentido de haber logrado un triunfo de clamor.

La Feria de Santiago, recién finalizada, ha tenido tardes muy completas de toros, y sobre todo de toreros. Es innegable. Pero para todos los triunfos sin excepción hay un condicionante, o varios según los casos. Ninguno ha sido de una absoluta rotundidad, conviene insistir.

El primer "portazo" corrió a cargo del nuevo matador de toros salmantino Juan del Álamo, quien cumplió una de las actuaciones más meritorias del ciclo en la tarde de su alternativa. Se llevó dos orejas de su segundo toro cuando anteriormente se le había negado un primer apéndice en el de la ceremonia.

Bien Del Álamo por la técnica, el aplomo y la torería que mostró -el lunes, 25, festividad de Santiago- frente a un deslucido lote de "Jandilla". Sin embargo, hay que reconocer, en la concesión del doble trofeo contó mucho la muy numerosa, y hasta ruidosa, petición de sus paisanos charros que ese día viajaron en muchedumbre a Santander, sin duda sabedores de que tienen un nuevo torero a seguir, con futuro y vitola.

Algo parecido, pero con bastantes menos méritos ocurrió al día siguiente con Francisco Marco, que aunque nacido en Navarra está considerado cántabro por haber vivido durante su infancia en Santoña. El hombre tuvo la suerte de contar con un lote muy potable del Puerto de San Lorenzo, y como quiera que la disposición tiene también su recompensa, entre unas cosas y otras se vio en la Puerta Grande.

Daniel Luque sorprendió el miércoles con una tauromaquia muy completa, por poderío, variedad y hasta regusto en los compases finales de una larga faena al toro "Lucero" de Antonio Bañuelos, famoso ya por su extraordinario juego y duración en la muleta, hasta el punto de que se llegó a pedir que le perdonaran la vida antes de premiarle con la vuelta en el arrastre.

A Luque le dieron las dos orejas después de un enorme barullo en el tendido mientras afloraban los pañuelos en demanda del indulto que finalmente no concedió el presidente, por cierto, con buen criterio ya que el toro había manseado en los dos primeros tercios. También Luque mató de un infame bajonazo, pero como estaba el patio de caliente cualquiera deja al torero sin las orejas y al toro sin la vuelta al ruedo.

Repitió Luque por este triunfo para sustituir al lesionado Cayetano Rivera, el último día, domingo, y esta vez, sin toros propicios y espeso de ideas, casi devuelve las orejas.

El único nombre que aparecía dos tardes en los carteles, dado que fue el triunfador absoluto de la pasada edición, Rubén Pinar, no tuvo oportunidad de resolver en su primera comparecencia por culpa del ganado. Mas al día siguiente, jueves, se montó en una exigente y muy seria corrida de "Torrestrella", a la que cortó dos orejas -una y una- sin grandes alardes artísticos, pero con mucha entrega, valor y tesón.

Entre los de una solitaria oreja destaca sin duda el francés Sebastián Castella, a quien el presidente no quiso dar el segundo trofeo cuando había cuajado una faena en la frontera de lo memorable, para más sinrazón la misma tarde que le regalaron la Puerta Grande al paisano y modesto Marco.

Miguel Ángel Perera, orejeado también, sin embargo, su faena no tuvo mucho argumento, fue más bien habilidosa para conectar con el tendido. El presidente tragó, en contraste con la dureza que ejerció otras veces, por ejemplo, con Manuel Jesús "El Cid", que la tarde de "los torrestrellas" toreó por naturales con mucho dominio y empaque. "El Cid" sin trofeo, pero ahí quedó su talento.

De más estética que profundidad, una faena de José María Manzanares también acabó en oreja, el mismo día, viernes, que "Morante" lo bordó con el capote. Aunque uno y otro tienen el demérito de haber estoqueado la corrida más insignificante e indigna de todo el serial, un encierro de "El Pilar", de notable calidad en algunos toros, pero con más que sospechas de "afeitado".

El último torero que cortó una oreja fue Antonio Ferrera a un "victorino" que era de dos, un toro de bandera. Así que según se mire debe considerarse triunfo o no tanto.

Sin toros propicios, no obstante, sobresalieron por su esfuerzo y entrega "El Juli", Enrique Ponce, César Jiménez y "El Fandi". No así Leandro Marcos, que sumó una nueva oportunidad perdida. Juan José Padilla y Luis Bolívar pasaron de puntillas en la buena corrida de Victorino, como Alejandro Talavante con los deslucidos toros de Sorando.

En la de rejones se llevó el gato al agua Diego Ventura, pero tampoco fue nada del otro mundo. Pablo Hermoso falló al matar en ésta y en la mixta del último día. Y poco menos que anecdótica la comparecencia de Sergio Domínguez.

Los novilleros Jiménez Fortes, herido grave por dar la cara con insistencia a pesar de las escasas posibilidades de su lote; Víctor Barrio, que marró a espadas dos entonadas faenas; y Mario Alcalde, entre luces y sombras; al final no resolvieron en una fuerte e interesante novillada de "La Quinta".

De la feria, por último, hay que significar los llenos diarios. Asombrosa la afición y el público santanderino. Con la que está cayendo en otras plazas, el ambiente de la de Cuatro Caminos, sencillamente ejemplar.

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