Dos ovaciones en una tarde para olvidar en Las Ventas

  • Dos solitarias ovaciones, una para Curro de la Casa y otra para Alejandro Fermín, fue hoy el pobre balance de una tarde aburrida y prácticamente sin historia en Las Ventas, en la que los novillos franceses de Las Dos Hermanas se encargaron de cargarse el espectáculo con su muy escaso juego.

Javier López

Madrid, 31 ago.- Dos solitarias ovaciones, una para Curro de la Casa y otra para Alejandro Fermín, fue hoy el pobre balance de una tarde aburrida y prácticamente sin historia en Las Ventas, en la que los novillos franceses de Las Dos Hermanas se encargaron de cargarse el espectáculo con su muy escaso juego.

FICHA DEL FESTEJO.- Cinco novillos de Las Dos Hermanas, hierro francés que tomaba antigüedad, desiguales de presentación y deslucidos. El tercero fue el más manejable por el pitón izquierdo. Sin fuerzas ni raza, el noble primero; a la defensiva el segundo; complicado el cuarto; deslucido el sexto. El quinto fue un sobrero de Los Rodeos al ser devuelto el segundo y correrse turno, muy soso.

Curro de la Casa: estocada en la paletilla, otra que "hace guardia" y una tercera estocada más (silencio tras aviso); y pinchazo y estocada (ovación tras aviso).

Pablo Gallego: dos pinchazos y estocada ligeramente trasera y desprendida (silencio); y estocada (silencio).

Alejandro Fermín: dos pinchazos, media tendida y descabello (silencio tras aviso); y pinchazo, estocada desprendida (ovación tras dos avisos).

En cuadrillas, Juan Navazo se desmonteró tras banderillear al quinto, al que bregó de forma excelente Antonio Martín.

La plaza tuvo un cuarto de entrada en tarde muy calurosa.

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SOFOCO Y SOPOR

No mereció este mes de agosto en Las Ventas un cierre tan desangelado. Una tarde sofocante por el tremendo calor que hizo en la capital de España, y, algo peor, soporífera a más no poder por el poco juego de los utreros franceses de Las Dos Hermanas, los cuales dilapidaron con los anhelos triunfales de la terna de novilleros.

Curro de la Casa mostró buen oficio en su primero, novillo noble pero en el límite de todo, al que instrumentó una labor reposada en la que hubo entonados pasajes por los dos pitones, traducidos éstos en bellos y lentos muletazos ante un animal que se movió con el freno de mano echado y sin transmitir nada fruto de su poca raza y escasez de fuerzas. Con los aceros, en cambio, no estuvo fino.

El cuarto fue lo que se dice un regalo, novillo rebrincado, con la cara siempre por encima del palillo, acortando el viaje y reponiendo. De la Casa estuvo decidido, con ganas en todo momento, sorteando coladas y tarascadas, pero sin poder resolver nada en lo artístico. Saludó una ovación, premio al esfuerzo realizado.

El debutante Pablo Gallego estuvo tan voluntarioso como discreto frente a un primer novillo que se defendió mucho debido a su medida fortaleza, descompuesto y protestando constantemente en los engaños, lo que hizo imposible cualquier proyecto de faena.

En el sobrero que salió en quinto lugar mostró Gallego un esbozo del concepto clásico que atesora, aunque aún le quedan muchas cosas por pulir, pues también se le vio un poco verde delante de un novillo que se movió pero sin decir gran cosa. Lo mejor, la estocada final.

Alejandro Fermín dejó atisbos de buen toreo al natural frente a su primero, al que pasó con temple y largura, aunque, eso si, un tanto desajustado, lo que se dice en el argot "fuera cacho", sobre todo en los cites. El novillo fue hasta ese momento el que más de dejó, y Fermín, aún con esos lunares, conectó con la gente.

Un desarme por el derecho hizo que la faena decayera, y aunque volvió el torero al único pitón potable del astado, el izquierdo, aquello ya no cobró vuelo, más aún tras fallar repetidamente con la espada.

El sexto tampoco fue animal propicio, pues se movió a regañadientes y soltando mucho la cara. Fermín volvió a pecar de lo mismo, es decir, de falta de ajuste, aunque nuevamente caló entre la gente, que le jaleó todo lo que hizo, posiblemente efecto del paisanaje, que vino a Madrid hoy a ver a su torero, al que solamente se le puede destacar la animosidad mostrada.

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