Ed Sheeran: Sigo el consejo de mi padre y no hablo de religión ni de política

  • Javier Herrero.

Javier Herrero.

Madrid, 30 jul.- Las respuestas de Ed Sheeran, gran revelación británica a nivel mundial con su debut de 2012, "+", son escuetas hasta la extenuación y resulta difícil llevar al barro a este compositor melódico de suave voz y canciones radicadas en los sentimientos.

"Cuando me metí en el mundo de la música, mi padre me aconsejó que no hablara nunca ni de religión ni de política y es la regla que sigo", comenta el músico en una entrevista con Efe tras la reciente salida al mercado de su segundo disco, "x" (Warner Music).

En ese encuentro, se define como alguien "que toca música para entretener a la gente", sin más, esquivando las preguntas comprometidas, como la creciente adhesión de algunos de sus colegas a la campaña a favor del pueblo palestino ante la última ofensiva israelí sobre Gaza.

"Tengo mis propias opiniones, pero no creo que deba imponerlas a nadie", insiste Sheeran (Halifax, 1991).

Si con su primer álbum se hizo con unas ventas millonarias, varios premios (como el Brit al "mejor artista masculino") y aún más nominaciones a distintos galardones de prestigio, este nuevo trabajo parece haberle encauzado nuevamente en la senda del éxito.

Para empezar, ha batido el récord mundial de Spotify con 23.792.476 reproducciones en una semana, superando la marca anterior de Eminem; en EE.UU. se mantiene como el tercer disco más vendido en lo que llevamos de 2014 y en su casa, Reino Unido, continúa en el número 1 después de cuatro semanas consecutivas en esa posición.

Además, la misma emisora que publica esa lista oficial de ventas, la BBC, le nombró recientemente el artista más importante de música negra y urbana, lo que soliviantó a algunos raperos como Wiley, que consideraban que los artistas de color habían sido ninguneados en esa clasificación.

"No creo en la música como un color y considero que cualquiera que lo haga está muy atrasado", defiende al preguntarle su opinión acerca de la polémica.

En sus composiciones, pop y rock con una pizca de osadía "indie" (aunque viene amparado por una multinacional) se entremezclan con toques de folk, hip hop y la frescura de las producciones acústicas para alumbrar un estilo particular, sosegado, que se ha contagiado ya por medio mundo sin la ayuda extraordinaria de un físico apolíneo.

"No sé cuál es el secreto, no me parece que haya una fórmula secreta, simplemente hago la música que quiero hacer y funciona", explica.

El afamado productor Rick Rubin (colaborador, entre otros, de Red Hot Chili Peppers) lo vio en un "show" en Los Angeles y también se dejó seducir por su sencillez. Él y Pharrell Williams, colaborador imprescindible de todo "hit" que se precie, son algunos de los muchos nombres de relumbre que le acompañan en "x", en el que mantiene el gusto de su predecesor por los símbolos matemáticos.

"La idea de este álbum era multiplicarlo todo, con una producción mayor y mejores ideas para las canciones. Creo que es una evolución de mi sonido", afirma.

El amor y las relaciones vuelven a ocupar gran parte de las canciones, que están basadas en experiencias vividas en estos tres últimos años, desde la firma de su contrato discográfico, aunque no es lo único de lo que habla.

"Bloodstream", por ejemplo, es una interesante colaboración junto al grupo de música electrónica Rudimental y los miembros de Snow Patrol Johnny McDaid y Gary Lightbody, en la que narra su viaje psicotrópico producto de la toma de MDMA durante una boda en Ibiza.

En noviembre volverá a España, pero no de fiesta, sino de gira. Le aguardan el Sant Jordi Club de Barcelona el día 24 y, un día después, el Palacio de los Deportes de Madrid, en el que será su primer encuentro a gran escala con el público español, en el que espera "lo inesperado".

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