El barrio más picante de París desvela sus secretos

  • Pigalle, el barrio que alumbró el primer "striptease", cabarés legendarios como Le Chat Noir y el Moulin Rouge o mitos como la cantante y bailarina Joséphine Baker, ha decidido abrir su alcoba con recorridos nocturnos por algunos de sus rincones más desconocidos.

Mario Roehrich

París, 24 nov.- Pigalle, el barrio que alumbró el primer "striptease", cabarés legendarios como Le Chat Noir y el Moulin Rouge o mitos como la cantante y bailarina Joséphine Baker, ha decidido abrir su alcoba con recorridos nocturnos por algunos de sus rincones más desconocidos.

Es una de las propuestas del Pigalle Festival, que hoy estrena su primera edición y que durante tres días llevará a los locales de la zona conciertos, proyecciones de cine, exposiciones y artes escénicas, entre un amplio abanico de ofertas culturales, explicó a Efe una de las organizadoras del evento, Camille Delalande.

"Es el gran mercado del amor, un rincón donde deambulan los que confunden la noche con el día", cantó en 1944 el francés Georges Ulmer en su conocido homenaje a un barrio que sigue siendo uno de los más picantes de la ciudad de la luz.

A partir de esta noche, cuando debute la "Gigoló Night" en la sala de baile La Machine du Moulin Rouge, Pigalle desvelará a los interesados algunos de sus encantos ocultos.

Lo hará por grupos de veinte personas, el máximo permitido para dos recorridos nocturnos surtidos de "performances secretas", como un concierto privado en un apartamento burgués o en un sótano de la zona, o "shows burlescos" en habitaciones de hotel.

También se incluye el local Le Divan du Monde, que escandalizó en 1894 con los espectáculos "Le coucher d'Yvette", en los que una joven se desvestía lentamente y se acostaba en una cama en escena, inaugurando así el género del "strip-tease".

Otros clásicos, como Chez Moune, antiguo club lésbico de los años 30, o el cabaré Love, donde se practica el arte del baile del caño, se convertirán durante este fin de semana en discotecas "efímeras" para atraer a los más incombustibles.

Para los demás, especialmente para aquellos a los que les cuesta levantarse del sofá, la organización ha lanzado una radio por internet en la que se narrarán historias y "misterios" del barrio, entre cada uno de los más de mil títulos musicales propuestos.

"La idea es utilizar el barrio como territorio, pero también como fuente de inspiración", destaca Delalande, que se refirió también a la faceta cultural de Pigalle, que a pesar de haber perdido fuerza con respecto a principios de siglo "está volviendo a cobrar carácter" con la llegada de nuevas generaciones de artistas.

En efecto, el barrio fue históricamente uno de los principales centros de gravedad culturales de la ciudad, con la presencia de artistas como Toulouse-Lautrec, Pablo Picasso o Salvador Dalí.

Las salas de baile como L'Élysée-Montmartre, ahora en parte carbonizada tras un incendio el pasado marzo, son testigos de un pasado que aún hace soñar.

Pero no menos cierto es que Pigalle es actualmente "el último de los históricos barrios de noche", después de perder ese carácter los barrios de Montparnasse y los Campos Elíseos.

"Es el último y está bien que se mantenga", opina Delalande, quien cree que "París necesita lugares con esa energía". Un barrio en cuya arteria principal florecen los "sex shop" a ritmo sostenido, que conviven con normalidad en su vida cotidiana.

Se trata de un aspecto tan ligado al carácter del barrio que Ulmer no lo olvidó en su mítica canción, que dedica una estrofa a esos "hoteles de paso" discretamente iluminados, que conformaron parte del paisaje urbano hasta que en la década de los 60 las autoridades se empeñaron, con éxito relativo, en suprimirlos.

Testigo de todas esas épocas desde su apertura en 1889, las aspas del Moulin Rouge presiden todavía la noche parisina en el boulevard de Clichy, y en su interior resuena aun el cancán en la misma escena donde se prodigaron estrellas como Ginger Rogers, Edith Piaf o Frank Sinatra.

Mostrar comentarios