El director de musicales Des McAnuff debuta en Londres con "Fausto" de Gounod

  • Londres.- El canadiense Des McAnuff, gran triunfador en el género del musical con "Jersey Boys" o "The Who's Tommy", ha debutado en la English Nacional Opera londinense con un nuevo "Fausto", de Gounod, en coproducción con la Metropolitan Opera neoyorquina.

El director de musicales Des McAnuff debuta en Londres con "Fausto" de Gounod
El director de musicales Des McAnuff debuta en Londres con "Fausto" de Gounod

Londres.- El canadiense Des McAnuff, gran triunfador en el género del musical con "Jersey Boys" o "The Who's Tommy", ha debutado en la English Nacional Opera londinense con un nuevo "Fausto", de Gounod, en coproducción con la Metropolitan Opera neoyorquina.

McAnuff traspone la acción de la ópera a la época de las dos guerras mundiales, con soldados vestidos con uniformes de la primera y el coro disfrazado de científicos nucleares.

El propio McAnuff ha explicado que la idea le vino de la lectura de un libro en el que el científico Jacob Bronowski renunció a la física tras ver la enorme devastación causada por la bomba atómica arrojada por Estados Unidos sobre la ciudad japonesa de Nagasaki.

McAnuff pensó en un Fausto viejo y achacoso que trabaja en la fabricación de la bomba y al que de pronto se le aparece el diablo, quien le ofrece un pacto para que pueda regresar a la juventud, como recoge la vieja leyenda medieval que inspiró primero al dramaturgo isabelino Christopher Marlowe y más tarde a Goethe.

Gracias a ese pacto, Fausto da un salto hacia atrás en el tiempo y vuelve así a ser testigo de las dos guerras mundiales, con su estela de muerte y destrucción, encuentra el amor en Margarita, pero terminará seduciéndola y haciéndole un hijo para después abandonarla fríamente.

El decorado, que se mantiene a lo largo de todo el espectáculo, representa un laboratorio con unos modelos de bombas colgando del techo y dos escaleras de caracol a ambos lados.

Resulta muy eficaz en su minimalismo, sobre todo para el primer y el último actos, pero no convence en el caso de escenas más íntimas y en especial la de la visita de Margarita a la iglesia.

Los movimientos dramáticos tanto de los protagonistas principales como del coro están bien estudiados por McAnuff y los vídeos, con los rostros gigantes de Fausto y Margarita, y la luminotecnia funcionan excelentemente.

McAnuff cuenta la historia con indudable imaginación, aunque hay incongruencia en el hecho de que los científicos -más bien científicas- de su laboratorio, a quienes se ve en un momento asistir protegidos con gafas de sol a la explosión de la bomba atómica, se conviertan luego en un coro celestial, tal vez porque llevan batas blancas.

En cuanto a las voces principales, el tenor lírico británico Toby Spence canta su papel con extraordinario ardor a la vez que con clara dicción, lo cual hace casi innecesario leer los subtítulos en inglés, idioma en el que está cantada toda la ópera, como es de rigor en ese coliseo londinense.

A su lado, la soprano estadounidense Melody Moore tiene una bonita voz para el bel canto, pero difícilmente uno de la imagina, con su aspecto de matrona, como la inocente y vulnerable Margarita, lo cual es una lástima por tratarse de un personaje absolutamente central en la ópera de Gounod hasta el punto de que ésta podría llevar casi su nombre en el título en lugar del de Fausto.

El tercer personaje clave, Mefistófeles, presentado como una especie de mago con bastón y chistera, parece más bufón que demoníaco en la interpretación del bajo-barítono Ian Paterson.

Por su parte, Edward Gardiner dirige con fluidez y seguridad en todo momento a la orquesta y al siempre excelente coro del Coliseo en una ópera que rebosa de bellas y memorables melodías.

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