El Magreb en el corazón de Francia

  • La noche del 19 de noviembre fue movida en las ciudades francesas. Y no precisamente porque ese día Francia hubiera logrado la clasificación para el Mundial de Sudáfrica, algo que los galos no celebraron, un tanto avergonzados con el juego de su equipo y con la deshonesta forma de conseguirlo.
El Magreb en el corazón de Francia
El Magreb en el corazón de Francia
Miguel Gómez / Aviondepapel.tv
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Ese mismo día, Argelia había logrado el pase para el mayor evento deportivo del mundo y los gritos de alegría y desenfreno resonaron tanto en las calles de París, Marsella o Lyon como en los barrios de Argel, Orán o Annaba.

Testimonio de la huella que Francia conserva de su antiguo imperio colonial en el norte de África, convertido ahora en un vivero de riqueza que el Museo de la Historia y la Inmigración recuerda en forma de una magna exposición que estará abierta hasta el 18 de abril.

"Generaciones, un siglo de historia cultural de los magrebíes en Francia" es algo más que una sucesión de fotos, carteles, objetos u obras de arte. Es un llamamiento a la reflexión que propone este original museo abierto hace dos años en medio de la polémica y que ahora resiste orgulloso en un país que se pregunta por los manantiales de su identidad nacional.

Dispuestos a tumbar ideas preconcebidas, los organizadores se han obstinado en demostrar que la inmigración magrebí en Francia no es ni un fenómeno reciente, ni tiene siempre una motivación económica.

Desde principios del siglo XX, decenas de habitantes del norte de África se instalaron en Francia en busca de un futuro mejor, pero también huyendo de la guerra o deseosos de contribuir con su esfuerzo al Ejército del que consideraban su país.

Esa fue la primera inmigración, la que abrió las puertas a miles de magrebíes que, posteriormente, acudieron en busca de trabajo. Con sus manos se construyó buena parte de la red de metro de París y de su sudor salió mucho del carbón del norte del país que alimentaba la máquina industrial francesa.

"Aquí no hay injusticia, hay sólo justicia y libertad", escribía un obrero tunecino a su familia en 1917, un testimonio recuperado en la exposición.

De aquellos episodios guarda la exposición retazos en forma de cartas, de fotos, de objetos y de vídeos que han salido a la luz desde fondos documentales de muy diversa procedencia, gracias a un trabajo obstinado de los comisarios.

Pero "Generaciones…" pretende ser más que una reunión de objetos, por lo que en paralelo a la muestra organiza conciertos, proyecciones de películas, charlas, representaciones teatrales y un sinfín de manifestaciones culturales que son ejemplo de la huella dejada por los magrebíes en Francia.

Acogidos con los brazos abiertos en los "felices 20", la presencia de los magrebíes fue menos aplaudida cuando la crisis económica dejó menos riqueza para repartir y cada boca que alimentar de más era percibida como una competencia. Desleal, si venía del otro lado del Mediterráneo por mucho que el "Imperio" se enorgulleciera de su "grandeza". Ahí brotó la xenofobia que todavía subsiste en muchas capas de la sociedad francesa.

La exposición narra historias humanas de hombres que dejaron su tierra natal para asentarse en un nuevo mundo que los acogió cuando le fueron necesarios y los rechazó cuando estorbaban. Pero también la vida de artistas, de personajes que marcaron la historia de Francia pese a sus orígenes magrebíes, o que engrandecieron las artes magrebíes inspirados en la fuerza creadora de la metrópoli.El emir Abdelkader, aliado de Napoleón III, padre de la identidad argelina, el kabil Ahmed Ben Amar El Gaïd, fundador del Circo Amar, el músico Sidi Sadia o, más recientemente, el futbolista Zinedine Zidane o el grupo "Motivés", auténtica revelación política en Toulouse en las municipales de 2001.

La larga historia conjunta de Francia y el norte de África ha dejado millones de historias anónimas y cientos de testimonios culturales, cuadros, fotos, obras musicales o teatrales, músicas,... Algunas de las cuales se van desgranando en el Museo de la Historia y la Inmigración de París como un reflejo de que aquel camino conjunto sigue abierto. Sin necesidad de que los claxon de los coches vengan a recordar que el Magreb se introdujo en el corazón de Francia.

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