El mejor Cid, sin embargo, desapercibido para la gran mayoría

  • Valladolid.- Manuel Jesús "El Cid" protagonizó hoy en Valladolid una importante actuación que, sin embargo, apenas fue tenida en cuenta por parte del tendido, aunque al final cortaría una oreja que sabe más bien poco.

El mejor Cid, sin embargo, desapercibido para la gran mayoría
El mejor Cid, sin embargo, desapercibido para la gran mayoría

Valladolid.- Manuel Jesús "El Cid" protagonizó hoy en Valladolid una importante actuación que, sin embargo, apenas fue tenida en cuenta por parte del tendido, aunque al final cortaría una oreja que sabe más bien poco.

FICHA DEL FESTEJO.- Cinco toros de "El Ventorrillo" y uno, el cuarto, lidiado como sobrero, de Parladé, desiguales, de poca presencia, y deslucidos. Se salva el segundo, encastadito; "se dejó" el primero, aunque en ocasiones amagó con frenarse; el tercero, muy protestón; el cuarto, manso y sin fuerzas; el quinto, brutote, embistió a empellones; y el sexto "enterándose".

Enrique Ponce: pinchazo, otro hondo y descabello (ovación tras aviso); y pinchazo y estocada (palmas).

Manuel Jesús "El Cid": estocada corta (aviso y gran ovación tras petición insuficiente); y estocada algo trasera (oreja con fuerte petición de la segunda).

David Fandila "El Fandi": dos pinchazos, estocada corta y tendida, y descabello (ovación); y estocada y dos descabellos (ovación en la despedida).

En cuadrillas, Rafael Perea "Boni" fue muy aplaudido tras parear al quinto.

La plaza tuvo algo más de media entrada en tarde agradable.

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NO SE ENTERARON

Incomprensible pasar por alto la primera faena del "Cid", que ha podido ser una de las más importantes que se han dado a lo largo de la temporada en muchas plazas y ferias de postín. Por supuesto en Valladolid no han visto nada parecido estos días a pesar de las orejas que se vienen concediendo a tutiplén.

Suele ocurrir cuando los parámetros del entusiasmo se miden por ovaciones tan absurdas como a la montera que cae boca abajo, a las carreras desenfrenadas en banderillas, y al picador que en el sexto saluda a la presidencia.

Eso sin entrar en otros detalles extra-taurinos, como el saludo que se marca entre el tercer y cuarto toro el encargado de pintar las rayas, que cada tarde se quita la gorrilla para corresponder a los aplausos por su habilidad en el manejo del carrito de la cal.

Lamentable que un público tan aplaudidor no sepa advertir la pureza del toreo que llevó a cabo "El Cid", crecido éste en arrestos, muy dispuesto por los terrenos tan comprometidos que pisó, y sobre todo muy inspirado por el sentimiento que afloró en su pausado y cadencioso manejo de las telas.

No se cansaba "El Cid" de estar en la cara del toro, estrechándose con él cada vez más en ese circulo mágico de emoción y estética que se va cerrando conforme se suceden los muletazos hasta lo imposible, cuando surge el milagro del remate, generalmente el pase de pecho, que se proyectaba con la misma lentitud y regusto

Más allá de la limpieza y la estética, la hondura. "El Cid", por naturales. Ahí es nada.

No haría falta señalar que las series, dos por ese pitón que "El Cid" domina como nadie cuando está en vena, fueron de no va más.

Muletazos en cantidad y calidad. Y los remates, variadísimos, tan pronto la trinchera, como el cambio de mano o el afarolado sobre la marcha y, desde luego, el ya citado de pecho.

¿Qué pasó para que no hubiera trofeos después de acertar con la espada a la primera? Explicación poco convincente sería el ligero retraso que tuvo buscándole la igualada al toro. Y la misma muerte, que no fue lo suficientemente contundente. Así y todo, no se entiende.

Menos mal que reaccionó la gente a favor en el quinto cuando la faena no llegaba a tener tanta altura. Hubo notables altibajos, momentos de extraordinaria precisión y belleza, aunque se rompió el encanto por dos veces con otros tantos desarmes.

Todavía en el tramo final, en el toreo a derechas recondujo "El Cid" la faena, ahora prodigándose también con "alegrías" de mucha suavidad. La estocada fue buena, aunque cayó la espada algo trasera, y aquí se desbocó la gente con la petición del doble trofeo. Pero el presidente concedió sólo una oreja.

El resto de la corrida estuvo marcado en lo negativo por el pésimo juego de los toros.

Al chico y revoltoso primero le enjaretó Ponce una faena de destreza y estética al cincuenta por ciento, sin embargo, sin rúbrica con la espada. Y cómo sería el manso cuarto para que Ponce no le diera ni un solo pase, pero lo que se dice ni uno.

"Fandi" cumplió como suele hacer con el capote y las banderillas en dos toros que no le permitieron desahogos de ningún tipo en la muleta.

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