El Museo de Escritor crece con objetos de Monterroso y Agustin Goytisolo

  • Un mechero y un cajetilla de cigarros sin acabar, de José Agustín Goytisolo y los muñecos de animales que representan los personajes de los textos de Augusto Monterroso, como su famoso dinosaurio, la oveja negra o la vaca, son algunos de los nuevos objetos que se pueden ver en el Museo del Escritor de Madrid.

Carmen Sigüenza

Madrid, 30 abr.- Un mechero y un cajetilla de cigarros sin acabar, de José Agustín Goytisolo y los muñecos de animales que representan los personajes de los textos de Augusto Monterroso, como su famoso dinosaurio, la oveja negra o la vaca, son algunos de los nuevos objetos que se pueden ver en el Museo del Escritor de Madrid.

Un lugar entrañable y mágico creado por el Centro de Editores, entidad cultural que también posee una galería y un sello literario y que guarda el Archivo Onetti, con su biblioteca, cartas y objetos personales.

Fotografías, objetos, manuscritos, cartas, y libros conforman este espacio, poco conocido y que se puede comparar con otros lugares míticos como el Museo de los Escritores en Edimburgo, solo que el de Madrid alberga el espíritu de escritores de las dos orillas, de España y de América Latina, explica a Efe Raúl Manrique, uno de los directores este centro.

La escritora mexicana Bárbara Jacobs acaba de mandar al museo objetos de su marido, el escritor Augusto Monterroso- el autor del cuento más breve: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí"- y también algunos suyos, relató a Efe.

"Envié dos manuscritos. El que está escrito a lápiz me representa especialmente porque cincuenta y tantos años después de haber empezado a escribir sigo recurriendo al lápiz como el instrumento ideal para hacerlo", explicó.

"También envié uno escrito con pluma, mi cuento 'Dacti dung baal', muy significativo para mí, no solo porque excepcionalmente lo escribí con pluma, sino porque está escrito en un idioma tan incomprensible que no necesita traducirse para poder ser leído por lectores de cualquier idioma".

Con respecto a las figuras de animales que representan a Monterroso, Jacobs aclaró que con ellos quiso "ilustrar" no solo su obra sino su vida para que acompañen los demás objetos que de él hay en el museo, como la botella de vino, la corbata, los anteojos, la máquina de escribir, "por no decir el ejemplar de 'La oveja negra y demás fábulas', para él mismo su libro emblemático", añadió.

"Yo había seleccionado para mi misma los ejemplares específicos que ahora envié al museo. Estuvieron en mi estudio desde que murió Monterroso, pero pensé que era mejor compartir el gusto de verlos con los espectadores del Museo, que reservármelo solo para mi", concluyó la autora de "Lunas".

Así, todo el que quiera respirar el espíritu de los años en los que Julio Cortázar escribió "Rayuela", los pinceles con los que el poeta Rafael Alberti pintó hasta el último momento o la cartuchera de caza, los tiradores, corbata y gafas de Miguel Delibes tiene que darse una vuelta por este museo, sobre todo los mitómanos.

También se puede contemplar del inefable vanguardista Ramón Gómez de la Serna, dos de sus pipas más queridas, que su mujer, Luisa Sofovich, guardó especialmente y un espejo cóncavo de su estudio de Buenos Aires y la pluma verde con la que Antonio Muñoz Molina escribió los borradores de sus novelas "Plenilunio" y "Ardor guerrero".

Otro de los últimos legados recibidos por el museo, que posee más de 5.000 objetos de escritores, pertenece al argentino Jacobo Fijman, uno de los autores "outsider", quién pasó gran parte de su vida en un psiquiátrico, y voz fundamental de la vanguardia latinoamericana, que está presente con el manuscrito de su poema "Alamo de Castilla", de 1945.

Y el poeta Gerardo Diego, premio Cervantes 1980, compartido con Jorge Luis Borges, está presente a través del manuscrito de su poema "Nocturno XII".

De Luis Rosales, premio Cervantes 1983, se exhibe una de las tarjetas de felicitación que editaba anualmente, que incluía un poema inédito hasta el momento, con la reproducción de una pintura de algún amigo artista, que firmaba en original y luego completaba, además de una petaca, uno de los objetos más queridos por el poeta, lo que menciona en uno de sus poemas.

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