El Real reivindica a Meyerbeer, compositor maldito boicoteado por Wagner

  • Madrid.- El proyecto de recuperación de óperas y compositores malditos iniciado por el director artístico del Teatro Real, Gérard Mortier, tiene un nuevo episodio con "Les Huguenots", la monumental obra de Giacomo Meyerbeer, boicoteada por Richard Wagner y silenciada por los nazis, que se estrena mañana en Madrid.

El Real reivindica a Meyerbeer, compositor maldito boicoteado por Wagner
El Real reivindica a Meyerbeer, compositor maldito boicoteado por Wagner

Madrid.- El proyecto de recuperación de óperas y compositores malditos iniciado por el director artístico del Teatro Real, Gérard Mortier, tiene un nuevo episodio con "Les Huguenots", la monumental obra de Giacomo Meyerbeer, boicoteada por Richard Wagner y silenciada por los nazis, que se estrena mañana en Madrid.

"Les Huguenots", compuesta en 1832, con libreto de Eugène Scribe y Émile Deschamps, es considerada por los críticos, por su complejidad y su modernidad, una obra tan pluscuamperfecta como difícil de representar.

Ahora, el coliseo madrileño, con la dirección musical de Renato Palumbo y los coros bajo la batuta de Andrés Maspero, asume el reto parcialmente: mañana se oirá su versión en concierto, sin puesta en escena, aunque el Real, en palabras de Mortier, promete que "la música es tan compleja, que es prácticamente visual".

Tres horas y media netas de duración, siete cantantes principales y cien coristas reunidos, sumando el coro titular del Teatro Real y el coro de la Comunidad de Madrid, son algunas de las cifras que maneja esta producción, cuya historia ya fue llevada al cine en la costosísima película "La reina Margot", de Patrice Chereau.

Con una densa dramaturgia en la que "la Historia está por encima del amor", según Mortier, "The Huguenots" triunfó clamorosamente en su época por, entre otras cosas, la autonomía de cada uno de sus cinco actos.

Éstos recorren el enfrentamiento entre protestantes y católicos -los hugonotes eran calvinistas franceses-, la emergencia de la nueva burguesía -la ópera se estrenó en París en 1836- y desemboca en la masacre de San Bartolomé.

Pero la misma virtud que hace a Meyerbeer una "rara avis" en la "gran ópera" decimonónica -"iba veinte o treinta años por delante del resto, y esta es una ópera totalmente moderna", ha dicho Palumbo- ha sido la principal mordaza de su patrimonio operístico.

"Es una obra de una gran complejidad orquestal. No hay hoy en día, además, cantantes para estos papeles, porque los tonos de Meyerbeer son distintos a los de otros compositores y su escuela se ha extinguido. Además, la puesta en escena de esta ópera sería un fiasco financiero", asegura Mortier, quien ha recordado su fracaso en la ópera de Fráncfort al estrenar "L'africaine".

Para esta recuperación, Mortier se ha rodeado de un director musical familiarizado con el compositor -Palumbo ya dirigió el montaje de "Roberto el diablo" y había trabajado la partitura de "Les Huguenots"- y ha encontrado un reparto que, si bien se enfrenta por primera vez a sus personajes, tiene nombres como la francesa Annick Massis, la estadounidense Julianna Di Giacomo o su compatriota, el tenor Eric Cutler y el bajo ruso Dmitry Ulyanov.

Todo, con vistas a un proyecto más general: "Es importante dar al público la historia de una ópera que no se toca normalmente y, tras 'Les Huguenots' el Real programará el año próximo 'Rienzi' (de Wagner) y, el siguiente, 'Guillermo Tell' (de Rossini)", ha explicado Mortier.

Wagner es, precisamente, uno de los responsables del olvido en el que ha caído Meyerbeer: aunque necesitó su beneplácito para acceder a la Ópera de París -en la que Meyerbeer era "el rey", según Palumbo- luego "muy celoso de su éxito", cargó contra él y arrastró a toda la crítica de la época, obnubilada por la espectacularidad de sus nibelungos y sus valkirias.

El segundo factor extramusical que dificulta aún hoy la popularidad de este compositor es que Meyerbeer, nacido en Berlín en 1791, desvelaba en su nombre de pila -Yaakov Liebmann Beer- su origen judío, lo que, sumado a que sus óperas eran en italiano primero y luego en francés, no sentó bien a la Alemania nazi.

Por eso, ha explicado Palumbo, aunque "hasta 1910 o 1915 'Les Huguenots' fue parte del repertorio de óperas como la de Verona", el ser un material que, por motivos políticos, no se ha hecho en 60 años, lo hace muy difícil de recuperar".

El propio director musical ha reconocido que la virulencia de esa masacre de San Bartolomé que cierra la ópera "tiene solo parangón con el Holocausto", lo que en su día le sugirió la idea, finalmente no llevada a cabo, de crear un nuevo montaje ambientado en la época del nacionalsocialismo.

Mateo Sancho Cardiel

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