El traslado del santo que engrandeció a los Reyes de León cumple 950 años

  • Con la intención de engrandecer la iglesia que sería su templo palatino, los reyes de León Fernando I y doña Sancha ordenaron en 1063 el traslado de las reliquias de Isidoro de Sevilla, unos restos que viajaron "a toda pompa" por la Ruta de la Plata hasta la Colegiata de San Isidoro de León hace ya 950 años.

Thais Lozano

León, 25 dic.- Con la intención de engrandecer la iglesia que sería su templo palatino, los reyes de León Fernando I y doña Sancha ordenaron en 1063 el traslado de las reliquias de Isidoro de Sevilla, unos restos que viajaron "a toda pompa" por la Ruta de la Plata hasta la Colegiata de San Isidoro de León hace ya 950 años.

Los Reyes sabían que la nobleza de un templo se medía por la calidad y cualidad de las reliquias que albergaba, de modo que, una vez decidieron que León iba a ser su lugar de residencia y la Colegiata de San Isidoro el de su enterramiento, determinaron que sería este santo singular, pedagogo de Europa y figura indiscutible en todo el mundo, quien reposaría junto a ellos para la historia.

Así lo ha descrito el abad de la Colegiata de San Isidoro, Francisco Rodríguez, en una entrevista concedida a Efe con motivo del comienzo de los actos para conmemorar los 950 años de la traslación de San Isidoro de Sevilla a León.

El 21 de diciembre de 1063 llegaban a León los restos de San Isidoro, arzobispo de Sevilla durante tres décadas y uno de los grandes sabios de la época visigótica en España, para reposar en el templo que los Reyes habían construido en su nombre sobre las ruinas de una iglesia anterior dedicada a San Juan Bautista, que fue destruida, como casi toda la ciudad de León, por las tropas de Almanzor.

Los Reyes de León aprovecharon que tenían mucho poder sobre los territorios musulmanes, al estar estos ya muy debilitados, para pedir el traslado de los restos de San Isidoro al taifa de Sevilla Al-Mutadid.

Se desconoce, explica el abad, si exigieron las reliquias como botín de guerra o si pidieron a cambio de una donación que los reyes Fernando I y doña Sancha hicieron al propio taifa de Sevilla.

Lo cierto es que Al-Mutadid "dejó salir los restos con mucho dolor y mucha pena" y prueba de ese sentimiento es que la urna que contiene las reliquias del santo está revestida por el manto del propio taifa, como si hubiese querido que con las reliquias "se fuera también algo de su propia persona", describe Rodríguez.

Una vez que los reyes tenían el permiso del traslado, se organizó toda una comitiva para este acontecimiento, afirma.

Al frente del cortejo, encabezado por la carroza de caballos donde viajaban las reliquias, estaban dos obispos, Albito de León y Ordoño de Astorga, a quienes acompañaban varios abades de los monasterios más famosos de entonces y personas muy cercanas a la realeza.

Durante el traslado a la ciudad de León desde Sevilla, según el cronista Lucas de Tuy, se sucedieron una serie de acontecimientos milagrosos por los lugares por donde pasaron, en los que también se construyeron varias iglesias en honor al santo.

Al llegar a León, Fernando I y doña Sancha ordenaron construir dos arcas para contener las reliquias, una pequeña, elaborada en plata y decorada con motivos referentes al libro del Génesis, y otra un poco más grande y adornada con motivos del apostolado, que contenía a su vez la primera urna en la que se encontraban los restos.

De ambas arcas se conserva solo la madera, puesto que fueron profanadas por las tropas napoleónicas, que arrancaron las piedras preciosas y otros elementos ornamentales de valor que habían sido donadas por los reyes a San Isidoro.

"Para nada les interesaban los restos de San Isidoro, que continúan desde entonces, sin moverse, dentro del arca más pequeña", explica.

Existe en la Colegiata de San Isidoro de León una tercera arca, elaborada en plata por el maestro platero Rebollo que está a la vista del público en el altar del templo y que contiene un relicario de cristal decorado por dentro con una tela obsequio de la ciudad de Sevilla a la de León en 1964, concreta el abad.

Con el traslado de las reliquias no terminó el esmero por San Isidoro de Fernando I y doña Sancha, que continuaron realizando donaciones para la Colegiata como la Cruz de Fernando y Sancha, que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional o el Cáliz de doña Urraca, que continúa siendo una pieza singular del museo de San Isidoro de León.

León realizará durante todo 2013 decenas de actividades para conmemorar los 950 años de esta efeméride, para la que se ha diseñado un logotipo con un dibujo de San Isidoro alojado dentro de un arca como la que lo trasladó hace casi un siglo a la capital del viejo reino leonés.

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