Food Porn: Cuando la comida es sexy

  • Bella, atractiva, irresistible. En una palabra, "sexy". Se llama "food porn" y es un género fotográfico cuya misión es hacer que la comida se convierta en un verdadero objeto de deseo.

Guisantes
Guisantes
Sara Remington
Alessia Cisternino

No tengáis miedo. Buscad las palabras "food+porn" en Google y en pocos segundos os daréis cuenta de que no hay ningún motivo para enrojecer. Enormes y suculentos trozos de pizza, tartas golosas cubiertas de chocolate y cerezas en almíbar, sugerentes platos de pasta, manzanas y uvas que esconden su belleza bajo una manta de gotitas de agua. Y obviamente cuscús, sushi, rollitos primavera y tartitas que se ahogan en un mar de jarabe de arce para los que tengan una clara vocación internacional.

Se llama "food porn" y es un género fotográfico que, persiguiendo sobre todo finalidades publicitarias, utiliza todos los medios – lícitos e ilícitos – para que la comida se convierta en un verdadero objeto de deseo. Las piezas más agradables a la vista y las tartas más perfectas, la elección de la luz que más les favorece, el brillo, la posición, las inevitables gotitas de agua que transmiten una idea de frescura (pero también muchísimas otras ideas…) y, como no, la mayoría de las veces, un buen repaso con el Photoshop. Todos los trucos, incluso el maquillaje, que convierten a una modelo en una diosa son más o menos los mismos que hacen que hoy la comida tanto en una revista especializada como en un libro de recetas o en una publicidad sea y deba de ser "sexy".

Que se trate de una de las últimas tendencias fotográficas resulta evidente al coger un libro de recetas, uno cualquiera, de las estanterías de nuestros abuelos: allí la comida es simplemente comida, los colores son los mismos que tendría si la tuviéramos delante, el plato en el que reposa es un plato normal de cocina. Esa comida es asequible, imitable, no irresistible o deseable. Nos gusta pero no nos hace la boca agua.

También es evidente si miramos a la cantidad de fotógrafos, sobre todo norteamericanos, especializados en fotografía gastronómica, capaces con su cámara y con la ayuda muchas veces imprescindible del food stylist – es decir de la persona que se encarga de colocar en el espacio y "maquillar" la comida – de convertir la comida en una diva.

"La comida se ha convertido en toda una estrella" explica Tina Rupp, una fotógrafa americana especializada en fotografía de comida "y al igual que se inmortaliza a una estrella en la gran pantalla o en una revista bien maquillada e iluminada, lo mismo pasa con la comida. Si vas más allá y lo llamas "food porn" diría sí, definitivamente se trata de un producto de nuestro tiempo".

"Mi estilo fotográfico" sigue explicando Tina "podría clasificarse como naturalista y realista. Dicho esto, me contratan para convertir la comida en una estrella y para hacer todo lo que haga falta para, esencialmente, hacer que la comida sea sexy y se venda. Como suelen decir: el sexo vende. La manera en la que vendo comida al consumidor es capturando momentos exquisitos y suculentos, como una salsa chorreando o un queso derritiéndose en una hamburguesa jugosa. Los estilistas con los que trabajo normalmente utilizan sólo los jugos naturales de la comida y raramente añaden algo que no sea natural. Con la iluminación y la ángulos justos, hago que la "estrella" literalmente brille y exude exquisitez".

Sara Remington es una fotógrafa afincada en San Francisco y especializada en fotografía gastronómica que trabaja para revistas como 'San Francisco Magazine', 'Life Magazine' y el 'New York Times', además de recorrer medio mundo en busca de los sabores más "fotográficos" para algunos libros de cocina. Sus fotos, más que sexy y provocativas, son elegantes, cálidas y tienen un sabor casi antiguo– coma las de otra fotógrafa, Keiko Oikawa, de origen japonés pero afincada en el Reino Unido – pero el resultado es exactamente el mismo: aunque esta comida no exista, mataríamos por ella.

En España, el más conocido sea quizás Francesc Guillamet, el fotógrafo oficial de elBulli, el célebre restaurante de Ferran Adrià, desde los inicios de los 90. Y efectivamente sus fotografías reflejan el espíritu vanguardista del restaurante de Cala Montjoi: la comida moderna y casi tecnológica flota en un espacio irreal, a veces ni siquiera se atreve a mostrarse entera y deja que la cámara capture sólo un detalle, el más atractivo, para luego regalárselo al espectador-voyeur.

Sacha Hormaechea es fotógrafo y también cocinero del restaurante de familia Sacha, mientras el cocinero Paco Roncero, chef del Casino de Madrid, se deleita también como fotógrafo de sus mismas creaciones. Maribel Ruiz de Erenchun es otra fotógrafa de elBulli, pero sus fotos son más informales pero no por eso menos atractivas respecto a las de Francesc Guillamet.

Bella, atractiva, suculenta, golosa. La comida ahora es sexy, por lo menos en las fotografías, y aunque no nos dejemos seducir por sus formas irresistibles – que quede claro: el resultado "casero", aunque sigamos la receta al pie de la letra, nunca igualará la foto – queda el placer de disfrutar de un nuevo placer.

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