Alberto García Alix siempre responde que él nunca fue el fotógrafo de la Movida madrileña. Acomete así la sempiterna pregunta, porque todos saben que sus fotos en blanco y negro documentaron a muchos de sus amigos y protagonistas de aquella década maldita de la Transición española.
Tras su serie biográfica De donde no se vuelve, ahora su fotografía continúa con la evolución, de los últimos años, en su narrativa, más poética, pero igual de perturbadora.
García Alix no ha perdido 'su voz' a la hora de retratar a personas que se convierten en personajes, como Jazmine, Djamel o Bubu.
Regresa así con estos retratos en blanco y negro, seña de su obra, pero también apuesta por encuadres de espacios oscuros con fotos que bien podrían ser en sí mismas un poema visual.
Entrada al purgatorio, Oscuras presencias o Testigos de un crimen son los títulos que provocan al espectador. El conjunto de estas fotografías forma parte de Un horizonte falso, una exposición que se puede ver en la galería Juana de Aizpuru, después de que ya viajara a México el año pasado.
'Un mundo de presencias alteradas atrapado en un instante de eterno silencio. Lo visible es aquí metáfora de sí mismo y de un pensamiento. Pensamiento , como revelación alimentada en un monologo que se tensa sobre un horizonte. Un horizonte falso'.
Son las palabras que escribe García Alix para adentrarnos en esta muestra, que se puede ver en Madrid hasta el 21 de octubre.
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