Galmés asegura que "Maragall es el jefe con quien más he disfrutado y sufrido"

  • Barcelona.- "Pascual Maragall ha sido el jefe con quien más he disfrutado y sufrido porque era magnífico, pero imprevisible", asegura Francesc Galmés, el responsable de protocolo durante más de treinta años de políticos como Juan Antonio Samaranch, Josep Tarradellas, Pascual Maragall, Joan Clos o Jordi Hereu, entre otros muchos, en una entrevista con Efe.

Galmés asegura que "Maragall es el jefe con quien más he disfrutado y sufrido"
Galmés asegura que "Maragall es el jefe con quien más he disfrutado y sufrido"

Barcelona.- "Pascual Maragall ha sido el jefe con quien más he disfrutado y sufrido porque era magnífico, pero imprevisible", asegura Francesc Galmés, el responsable de protocolo durante más de treinta años de políticos como Juan Antonio Samaranch, Josep Tarradellas, Pascual Maragall, Joan Clos o Jordi Hereu, entre otros muchos, en una entrevista con Efe.

Acostumbrado a permanecer entre bambalinas, Galmés ha permitido ahora al director de la Filmoteca de Cataluña, Esteve Riambau, poner en solfa sus experiencias en el libro "El poder de las formas. Francesc Galmés y el arte del protocolo" (Editorial La Magrana), tras jubilarse de la esfera pública.

Pascual Maragall calificó siempre a Galmés de "la perestroika del protocolo" por su carácter innovador y le mantuvo diez años al frente de las formas tanto de su gabinete de la alcaldía como de la presidencia de la Generalitat, aunque se le resistió en un par de ocasiones antes de aceptar el cargo.

Su carácter intuitivo se manifestó también cuando el día de la inauguración del remozado Estadio Olímpico de Montjuich, el 8 de septiembre de 1989, sin ningún asesor áulico, aconsejó al alcalde pronunciar su discurso a pie de césped, en pleno chaparrón y sin paraguas, "porque si la ciudadanía se moja, el alcalde, también". Y Maragall aceptó sin rechistar.

Dice Galmés que el alcalde nunca le reprochó su actitud pero que sí le quedó el "sambenito" de solucionar todos los chaparrones, reales o metafóricos, que le persiguieron a lo largo de su carrera, "y que Maragall finiquitaba diciéndome 'pon una de tus carpas', como si yo tuviera alguna", asegura un irónico Galmés a Efe.

"Samaranch fue un hombre muy pragmático, que tenía como claro objetivo triunfar como máximo dirigente del olimpismo internacional y como el tema político se le venía abajo y Franco se moría, luchó por ser embajador en la URSS", subraya Galmés sobre su experiencia con el entonces presidente de la Diputación de Barcelona.

Cuando recuerda los años vividos junto con Josep Tarradellas como presidente de la Generalitat, su rostro se ilumina, "porque era una figura muy cercana, muy amante del protocolo como forma de poder; era 'La Grandeur'o el 'De Gaulle catalán'", enfatiza Galmés.

A su juicio, Samrach era una persona "más fría, muy metódico, un hombre más distante que nos hacía trabajar mucho".

Pese a las distintas personalidades de ambos, Galmés asegura: "todo lo que aprendí se lo debo a las épocas de Samarach y Tarradellas; luego, me vinieron a buscar", como en el caso de Pascual Maragall.

Galmés, un hombre hecho a sí mismo, define el protocolo como "el compendio y el equilibrio entre saber organizar y jerarquizar, junto con dosis de imaginación, cortesía, escenografía y sentido común".

"Un jefe de protocolo ha de servir a las instituciones, pero no a las personas, ha de ser un buen técnico; si un funcionario lo utiliza como puente político, está abocado al fracaso", recalca Galmés.

"Yo soy un director de orquesta", ha manifestado Galmés en reiteradas ocasiones y con esta idea siempre se ha esforzado en reservar el lugar oportuno para que los fotógrafos de prensa consigan el encuadre ideal y sus jefes la foto certera.

"Galmés se inventa todo un protocolo para cada acto, un discurso de las formas que parte de la puesta en escena y busca provocar el efecto deseado en cada receptor", subraya el autor de este libro, Esteve Riambau, profesor titular de Comunicación Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona.

"La gran virtud de Galmés ha sido siempre su capacidad de innovar las formas y la capacidad de aprovechar nuevos espacios", subraya Riambau, especialista también en la obra de Orson Welles y coautor de largometrajes premiados en varios festivales internacionales.

"Un día le pedí a Galmés que me llevara a una buena obra de teatro y me invitó al acto de homenaje de la ciudad de Barcelona a Jimmy Carter; fue magnífico", concluye el autor del libro.

Mostrar comentarios