Gimferrer se planteó trabajar en el cine en los años 60

  • El escritor y académico Pere Gimferrer, que acaba de publicar una edición revisada y ampliada de "Cine y literatura", ha confesado su pasión por el mundo del celuloide que arranca en los años 60, cuando era un lector habitual de "Cahiers du Cinema", que incluso le llevó a plantearse su dedicación al cine.

Jose Oliva

Barcelona, 2 jun.- El escritor y académico Pere Gimferrer, que acaba de publicar una edición revisada y ampliada de "Cine y literatura", ha confesado su pasión por el mundo del celuloide que arranca en los años 60, cuando era un lector habitual de "Cahiers du Cinema", que incluso le llevó a plantearse su dedicación al cine.

"Cine y literatura" (Austral) es la última edición de un ensayo escrito a finales de los años 70 pero publicado por primera vez en 1985 y reeditado con reformas y revisiones en 1999 y 2005, pero la actual edición está "muy corregida" y además se ha añadido un apéndice de 125 películas, señala a Efe el autor.

La tesis que sostiene Gimferrer es que "el cine, entendido como una forma de narración, nace en 1911 a 1915, una época anterior a Proust y Joyce", y desde entonces, en lo fundamental, el tronco del relato cinematográfico "no se ha alejado de aquel origen", a pesar incluso de la existencia del formato "digital".

En su opinión, es tanta la vigencia de ese modelo que empieza con Griffith y otros directores que "hasta las series televisivas más aplaudidas siguen el mismo esquema narrativo. El cine sigue a la novela".

En cuanto a ésta, Gimferrer reconoce que tiene influencia del cine, pero no es algo exclusivo de los escritores actuales.

Sí distingue una diferencia fundamental: "La novela puede describir una habitación una vez y no hará falta más veces, pero, en cambio, el que filma una habitación lo tiene que hacer tantas veces como sucedan cosas en ella", aclara Gimferrer.

Considera el académico "una falacia" la tendencia que tienen algunos críticos a pensar que hoy el mejor cine se hace en televisión, y argumenta su posición al decir que "en algunas series hay buena narración en imágenes, pero no es muy distinto del cine de Griffith".

Y aún va más allá al afirmar: "Hay hoy otro mundo, el cine con narración alternativa, pero tampoco es nuevo, pues comenzó con 'El perro andaluz', de Buñuel".

No oculta Gimferrer su preferencia por un tipo de cine que en su mayoría no tiene ocasión de ver en las salas comerciales españolas y el mismo recuerda que "de las películas que 'Cahiers du Cinema' destaca cada año, número a número, más de la mitad no se exhiben en España", algo que extiende a la producción literaria extranjera, que tampoco se edita en nuestro país.

Cree el autor que sería exagerado afirmar que son raras las buenas adaptaciones cinematográficas de novelas, incluso a pesar de los ejemplos tan flagrantes como los de sus amigos Juan Marsé y Eduardo Mendoza, circunstancias que atribuye a la "mala suerte", pero "no a una fatalidad".

Y para justificar su opinión enumera ejemplos como "La tía Tula", de Miguel Picazo, basado en la novela homónima de Unamuno; "El gatopardo" y "Senso", de Visconti, sustentadas, respectivamente, en novelas homónimas de Lampedusa y Boito.

También recuerda como de dos novelas menores de Galdós ha surgido al menos "dos buenas películas de Buñuel, 'Nazarín' y 'Tristana'", aunque, afirma, "no hay una gran película de una gran novela de Galdós".

Luego hay casos de grandes novelas o escritores que son difícilmente adaptables a la gran pantalla, como Cervantes, Dostoievski o Proust, que "no han tenido fortuna en el cine".

Incluso, añade, se han dado casos inversos en los que la película es superior a la novela como sucede con "El sur", de Victor Erice.

La relación de Gimferrer con el cine se remonta a 1959 cuando comenzó a leer la emblemática revista "Cahiers du Cinema" a los 14 años y continuó con su lectura hasta 1964.

Gimferrer asegura que "en aquellos años escribía poesía", pero que su vocación primera "era el cine, pero enseguida vio que "no tenía condiciones para ser realizador ni siquiera guionista", y entretanto ocurrió que comenzó a publicar poesía y se decantó por una de sus dos vocaciones, la literatura.

En relación al listado de 125 películas -una por director- que Gimferrer considera imprescindibles bajo su punto de vista, "sin ánimo de ofrecer un canon", llaman la atención algunas ausencias destacadas, trabajos de Stanley Kubrick, Saura, Berlanga o Almodóvar.

En otras ocasiones sorprende Gimferrer con la elección de alguna película de un director incuestionable, como pasa con "Él", de Luis Buñuel.

"Creo que es su mejor obra, y pienso que es la fuente de inspiración del campanario de 'Vértigo', de Hitchcock, quien pudo ver el filme de Buñuel en algún festival", afirma, para matizar que el mejor título del director de Calanda podría ser "El ángel exterminador".

Kubrick, agrega Gimferrer, entraría en una lista de 150 películas, pero con sus primeras obras en blanco y negro como "Senderos de gloria", "Atraco perfecto" o "El beso del asesino", mientras que Almodóvar no figuraría en esa relación. "No me interesa ese cine y su única película que vi con cierto agrado no es muy representativa, 'La ley del deseo'", concluye.

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