Goenka, el maestro que difundió la meditación vipassana en todo el mundo

  • Canela Bangkok, 18 oct.- El legado de Satya Narayan Goenka, cuyos restos descansan en Birmania (Myanmar) tras fallecer recientemente en la India, continúa a través de sus más de 170 centros dispersos en varios continentes, aunque su figura no está exenta de críticas.

Gaspar Ruiz-Canela

Bangkok, 18 oct.- El legado de Satya Narayan Goenka, cuyos restos descansan en Birmania (Myanmar) tras fallecer recientemente en la India, continúa a través de sus más de 170 centros dispersos en varios continentes, aunque su figura no está exenta de críticas.

La semana pasada, los restos del maestro birmano de origen indio fueron llevados en procesión por las calles de Rangún en un remolque adornado con flores y una fotografía suya de gran tamaño, acompañado por un numeroso grupo de sus seguidores.

El deseo final de Goenka, que murió a los 89 años el pasado 29 de septiembre, era que esparcieran sus restos por el río Irrawaddy, aunque sus enseñanzas continuarán a través de sus centros de meditación en una treintena de países, incluidos España, Argentina, Colombia, México, Francia, Italia, la India, Tailandia, Sudáfrica o Australia.

Miles de personas finalizan anualmente los cursos de diez días de meditación organizados en los centros Vipassana o en otros habilitados temporalmente, la mayoría con buenas experiencias, aunque también con algunas críticas a la filosofía o las estrictas normas.

Goenka nació el 30 de junio de 1924 en Mandalay, en lo que entonces era el territorio de Birmania integrado en la colonia británica de la India, y tras la independencia se convirtió en un próspero hombre de negocios.

A los 31 años comenzó a tener dolorosas migrañas que sólo desaparecieron tras practicar meditación vipassana, nacida de la tradición budista, con el maestro U Ba Khin, a partir de lo que abandonó sus negocios y se dedicó a enseñar esta práctica oriental en la India.

Con cientos de miles de seguidores y decenas de centros en todo el mundo, Goenka se convirtió más tarde en un líder espiritual y llegó a intervenir en la ONU en el año 2000 y realizó una gira por Estados Unidos dos años más tarde.

Sin embargo, el maestro birmano siempre huyó del estereotipo del "gurú" oriental y defendía que su técnica vipassana no estaba adscrita a ninguna religión y no requería rituales, sino sólo práctica y perseverancia.

"Un profesor no debería convertirse en un ídolo, como un dios. Es un profesor. Si necesitas ayuda, practica lo que se te enseña, eso es todo", manifestó Goenka durante una entrevista con un medio indio en 2010.

Durante los diez días de retiro, los estudiantes se comprometen a cumplir una serie de normas estrictas, que incluyen evitar la comunicación gestual, mantener silencio en casi todo momento y desprenderse de libros, móviles, ordenador o incluso pulseras y medallas.

Ataviados con simples ropas preferiblemente de color blanco, la mayoría de los participantes practica meditación más de 8 horas diarias en las que perfeccionan la meditación anapana, basada en la respiración consciente, y la vipassana, en la observación de las sensaciones corporales.

Como en el budismo, el objetivo de la técnica es acabar con el sufrimiento evitando las reacciones negativas mediante la introspección consciente y ecuánime de las sensaciones, practicada en un marco de vida sana y moral.

Según Goenka, la esencia de la realidad es un continuo devenir o "anicca" que debemos observar sin dejarnos arrastrar, lo que permite vivir de forma feliz y libres de la ira o la lujuria sin control.

Joan Planas, un cineasta español, calificó su experiencia en un curso de Goenka en Barcelona como los días "mejor invertidos" de su vida, en los que había mejorado como persona, aunque también encontró aspectos menos positivos.

"Cosas que no me gustaban era estar sentado 10 días escuchando charlas morales sobre qué es el bien o el mal según Goenka sin poder debatirlo, aunque si pudiera debatirlo seguramente ganaría él por tener una extrema bondad en sus argumentos", explicó a Efe por correo electrónico.

Mientras que hay autores que admiran a Goenka como el psiquiatra estadounidense Paul R. Fleischman, otros como Harmanjit Singh acusan al maestro birmano de malinterpretar los discursos de Buda y de haber creado, sin reconocerlo, un "culto" en torno a su persona, y "rituales" repetidos en los cursos.

Harmanjit incluso califica de "sectaria" la forma en que los centros se financian a través de las donaciones, ya que los cursos, incluidos el alojamiento y la comida, en sí son gratuitos.

"Ellos son programados de forma sutil a tener un sentimiento de culpabilidad si no lo hacen (una donación), y sentirse bien si lo hacen", asevera el autor en un artículo, en el que también califica la técnica de Goenka como una forma de "ilusión" mental.

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