Heinrich von Kleist sigue siendo un enigma 200 años después de su muerte

  • La obra y la vida de Heinrich von Kleist sigue siendo para muchos un enigma 200 años después de su muerte, que se cumplen mañana tras un año lleno de conmemoraciones, homenajes y simposios que tratan de acercarse a una de las figuras más contradictorias y complejas de la literatura alemana Su figura ha sido reclamada por diversas corrientes estéticas y ha intentado, a lo largo de los años, ser instrumentalizada por las mas variadas ideologías políticas.

Rodrigo Zuleta

Berlín, 20 nov.- La obra y la vida de Heinrich von Kleist sigue siendo para muchos un enigma 200 años después de su muerte, que se cumplen mañana tras un año lleno de conmemoraciones, homenajes y simposios que tratan de acercarse a una de las figuras más contradictorias y complejas de la literatura alemana

Su figura ha sido reclamada por diversas corrientes estéticas y ha intentado, a lo largo de los años, ser instrumentalizada por las mas variadas ideologías políticas.

Un ejemplo es la historia de la recepción de su drama "Die Hermannschlacht", basado en la batalla de Varus, una rebelión germana contra el Imperio romano, considerada como uno de los mitos fundacionales alemanes y que Kleist vio como ejemplo a seguir, aunque el enemigo ya no era Roma sino las tropas napoleónicas.

Posteriormente, en 1914, tras una representación del drama, se leyeron partes de victoria de las tropas alemanas en los campos de la Primera Guerra Mundial, cuyas batallas quedaban así vinculadas simbólicamente con la batalla de Varus.

Su narración "Michael Kohlhaas", otra de sus obras más famosas, cuenta la historia de un hombre al que "el sentimiento de la justicia hizo asesino y bandolero".

Esa obra, para muchos la más representativa del autor, ha hecho que algunos relacionen a Kleist con la banda terrorista "Fracción del Ejército Rojo" (RAF) y, por extensión, con el terrorismo de izquierdas en general.

En todo caso, las contradicciones que atraviesan la obra de Kleist y las percepciones que se puedan tener o se agotan en el terreno político sino que parece haber algo más esencial. Goethe y Thomas Mann, por ejemplo, parecían sentir una mezcla de atracción y repugnancia por la obra de Kleist.

Es posible que ello se deba a la radicalidad de sus narraciones y sus dramas, en donde suele haber descripciones y representaciones de la violencia que muchas veces resultan difíciles de digerir

Para muchos esa radicalidad, que impedía que Kleist hiciese compromisos y lo mantenía en litigio permanente con la gente que manejaba el mundo teatral del momento, fue lo que terminó llevándolo al suicidio.

Kleist se suicidó el 21 de noviembre de 1811, junto con su amiga Henriette Vogel, al lado de un lago entre Berlín y Potsdam. El escritor tenía 34 años, sus obras de teatro no tenían el éxito esperado y sus esfuerzos por conseguir un empleo como director dramático habían fracasado.

Nacido en Fráncfort del Oder en 1777, Kleist era hijo de un oficial. En 1804, Kleist debutó como dramaturgo con el estreno en Graz (Austria) de "La familia Schroffenstein", drama con el que se inicia una producción dramática y narrativa abundante.

A esa actividad literaria, se agrega su producción periodística, en el "Berliner Abendblatt", periódico fundado y dirigido por Kleist, quien lo aprovechaba para hacer crónicas policiales y para insultar desde sus páginas a los empresarios de teatro que rechazaban sus obras.

Mientras que en vida le fue negado el reconocimiento, después de su muerte ha habido olas de admiración por Kleist que han ido cambiando la percepción de su obra. La primera de ellas, en la segunda mitad del siglo XIX, asumió a Kleis como un símbolo del nacionalismo alemán.

A comienzos del siglo XX, los expresionistas lo reclamaban como su "hermano mayor" -la expresión es del poeta Georg Heym- lo que no impedía que oficialmente se le siguiera instrumentalizando por parte del imperio alemán.

Mientras que en 1911, en el primer centenario de la muerte, había quien definía a Kleist como culminación del clasicismo, cincuenta años después otros lo definían como precursor de la vanguardia y ahora el poeta Durs Grünbein ha relacionado su teatro con el de Samuel Becket.

Del año Kleis, que se cierra mañana con una vista a la tumba restaurada del poeta, quedan nuevas ediciones de sus obras, dos nuevas biografías, de Peter Michelzik y Günter Blamberger, y muchas preguntas abiertas sobre la obra del que ha sido probablemente el escritor alemán más radical de todos los tiempos.

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