Jerusalén abre un espacio al hielo con el primer festival "Ice city"

  • Elías L. Benarroch.

Elías L. Benarroch.

Jerusalén, 2 mar.- Generalmente castigada por un sol de justicia y el insoportable viento del desierto, Jerusalén abre un espacio al hielo con los trabajos de una treintena de artistas chinos que han recreado los lugares más emblemáticos de la ciudad, aunque sin ninguna réplica de los lugares santos.

La exposición, que se inaugura el próximo día 6 y principal evento de la primera edición del festival "Ice city" (Ciudad de Hielo), forma parte de la "revolución cultural" que su alcalde, Nir Barkat, lanzó hace tres años para dar nuevos aires a una urbe que había sucumbido en gran medida a la religión y provocado la huida de miles de jóvenes seculares hacia otras localidades más atractivas.

"Este es el espectáculo más grande de los últimos veinte años en Jerusalén", aseguró a Efe Pepe Alalo, teniente alcalde de la ciudad y subdirector de la empresa municipal que se encarga de la producción, Ariel.

Paradójicamente y aunque hoy Jerusalén amaneció cubierta por el manto blanco de una nevada, uno de los problemas más difíciles que los organizadores del festival han tenido que superar ha sido la fabricación de los bloques de hielo.

Para ello, se ha necesitado construir una máquina especial en la ciudad portuaria de Ashdod y transportar la mercancía helada en camiones refrigerados desde una distancia de 60 kilómetros.

"Hielo no hay en Israel, y aquí hemos necesitado 7.000 bloques de hielo blanco, transparente y de color", afirmó en rueda de prensa el director de Ariel, Sion Turjeman.

La parte artística ha correspondido a 32 escultores de la famosa ciudad china de Harbin, donde nació este festival, que han recreado a tamaño reducido los sitios emblemáticos de Jerusalén, aunque sin ninguna réplica de los lugares santos.

Así, hasta el próximo 30 de abril, los visitantes podrán cruzar las heladas murallas de la antigua ciudadela y la simbólica torre de David; entrar en el congelado molino de Sir Moses Montefiori -filántropo judeo-británico del siglo XIX-, subirse a un carruaje transparente o visitar a los estáticos animales del zoológico, recreados en bloques pigmentados junto al Arca de Noé.

La segunda sección, dedicada al mundo de los cuentos clásicos, tiene como principales protagonistas a la Cenicienta, Blancanieves y Hansel y Gretel, y un palacio cristalizado de toboganes de hielo.

"Algunas obras son internacionales, otras israelíes y otras típicamente jerosolimitanas, y creo que era lo mejor que podíamos haber hecho", declaró el alcalde sobre la diversidad temática.

Una variedad que busca captar por igual el interés del público local y de los turistas extranjeros, entre ellos judíos europeos y estadounidenses que viajarán a la ciudad con motivo de la festividad de Pesaj y peregrinos cristianos que lo harán por Semana Santa.

En total, 1.000 metros cuadrados de obras de hielo a una temperatura permanente de 10 grados bajo cero -impensable en el exterior- y en la que desde noviembre trabajan más de 2.000 personas.

La exposición y la pista de patinaje, de igual superficie, se extienden sobre un solar junto a la antigua estación de tren, uno de los pocos vestigios del Imperio Otomano en la ciudad y que la alcaldía ya ha utilizado antes para otras actividades culturales.

"Cuando llegamos al Gobierno (del municipio) pensamos que la forma de traer gente a Jerusalén, y de dejar a los jerosolimitanos en Jerusalén, era por medio de la cultura, de forma que alentase también el turismo y el apogeo económico", explica.

Desde entonces, y bajo el lema de "Vale la pena vivir en Jerusalén", el actual alcalde ha institucionalizado los festivales de Ópera y de las Luces, organizado eventos deportivos como la maratón de Jerusalén, relanzado las actividades teatrales y reconvertido viejos espacios públicos en vibrantes centros de diversión para los jóvenes.

Alalo, dirigente local del frente pacifista Meretz, subraya además que el conflicto con los palestinos ha puesto por lo general de relieve la cara menos agradable de Jerusalén, lo que ha marginado las "cosas buenas que pueden atraer al turista" y el festival de hielo es "una de ellas".

La alcaldía ha gastado 15 millones de shekels, unos 3 millones de euros o 4 millones de dólares, en "Ice city", que incluye también exhibiciones de hockey y patinaje artístico, deportes casi completamente ajenos a una región donde el desierto impone las normas.

Según la estrategia del alcalde para reanimar la actividad cultural en la ciudad, también este festival será de carácter anual, aunque antes deberá pasar su primera prueba: demostrar que puede atraer como mínimo a los 300.000 visitantes que requiere para hacerlo rentable.

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