La espada de Uceda y el recuerdo de Cebada Gago

  • Otra corrida sin historia, la segunda de San Isidro, hoy, con un único pasaje valeroso, cuando Uceda Leal mató a su primer toro de una soberbia estocada, y el recuerdo obligado a la figura de un ganadero de leyenda, don Salvador García Cebada, fallecido esta mañana.

Juan Miguel Núñez

Madrid, 11 may.- Otra corrida sin historia, la segunda de San Isidro, hoy, con un único pasaje valeroso, cuando Uceda Leal mató a su primer toro de una soberbia estocada, y el recuerdo obligado a la figura de un ganadero de leyenda, don Salvador García Cebada, fallecido esta mañana.

FICHA DEL FESTEJO.- Cinco toros de Montalvo, flojos y bajos de casta, y uno -el segundo-, lidiado como sobrero, de Yerbabuena, en la línea de los titulares.

José Ignacio Uceda Leal: gran estocada (ovación); y pinchazo hondo y descabello (silencio).

David Mora: dos pinchazos y estocada (silencio); y estocada caída (silencio).

Esaú Fernández, que confirmaba la alternativa: media y descabello (silencio); y estocada caída (silencio).

En cuadrillas, un buen par de José Ignacio Rodríguez "El Puchi" en el tercero.

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio para homenajear al ganadero don Salvador García Cebada, el creador de "los cebadagagos", que falleció hoy en su tierra gaditana.

La plaza rozó el lleno, con "calvas" en los altos del sol, en tarde de calor.

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LA MISMA PELÍCULA DE DESESPERACIÓN Y TEDIO

La misma película del día anterior, de desesperación en el ruedo por la escasa aportación de los toros, y por ende, de tedio y aburrimiento en el tendido.

Aunque hubo un pasaje que podría, si no redimir la tarde, cuando menos aliviarla de tanto tormento. Porque para el recuerdo va a quedar la magnífica estocada de Uceda Leal al primero de su lote.

Estocada de manual, por la impecable ejecución del volapié, perfilándose en corto y por derecho, la vista en el morrillo, el "toque" abajo para que el toro descubriera, y atacando como una exhalación. El estoque quedó enterrado en todo lo alto. Todo en un santiamén. Y el toro, rodado. La muerte del animal fue instantánea. Una estocada candidata a premio, al tiempo si no aunque hayan transcurrido sólo dos tardes.

Uceda saludó una ovación de mucho reconocimiento, y eso que en lo que debió considerarse faena no había tenido ninguna opción de lucimiento, por la mansedumbre y sobre todo por la nula fuerza del astado, que echó siempre la cara arriba, defendiéndose.

Estos registros sólo se dan en Madrid, plaza tan exigente como entendida, que rara vez pasa por alto lo verdaderamente bueno y emotivo como es el caso.

Y hablando de emotividad, el impresionante minuto de silencio que honró la memoria del ganadero propietario de Cebada Gago. Minuto de absoluto silencio, que fue más todavía por el llenazo en los tendidos, de respiración contenida en el rezo colectivo.

A don Salvador García Cebada se le enaltece en su muerte por la gran aportación que ha hecho al toreo en tiempos muy controvertidos para el espectáculo por la falta de credibilidad que supone la imposición de tantas martingalas como tienen las figuras.

Cuando "la Fiesta" perdía su verdadera esencia por el toro bobalicón y capitidisminuido, que empezaba a ser práctica común sobre todo en las ferias, escenarios habituales de los que mandan, él ha estado empeñado en criar al bravo animal con toda su pujanza e integridad.

El toro de Cebada Gago, exigente, lo sabe apreciar el aficionado, y con él se emociona también el gran público; toro a su vez agradecido, porque aporta mucho para engrandecer aún más el triunfo del torero que es capaz. El toro precisamente que se ha echado en falta hoy.

La corrida no se ha desperezado hasta la estocada de Uceda, y ha sido gracias sólo al torero, que tuvo un siguiente toro, el quinto, sin el mínimo fuelle, rodando varias veces como una pelota. Decepcionado el hombre, la faena fue un simulacro.

Otro tanto pasó con David Mora, quien a pesar de que su primero apuntó cosas buenas, al final también se vino abajo. Buenos lances en el recibo y un vistoso galleo por chicuelinas. Humilló el toro en la muleta, pero quedándose corto por el derecho y "rebañando" por el otro pitón.

Con el abantón quinto, también sin fijeza, el trasteo resultó irregular, bello pero innecesariamente poderoso el comienzo de faena. El animal claudicó enseguida, y la faena quedó en agua de borrajas.

Al confirmante Esaú se la jugó bien el presidente al mantener en el ruedo al inválido animal de la ceremonia, el más derrengado de todos incluido el devuelto. Con el sexto tampoco pudo ser por la falta de enemigo. En uno y otro destacó la buena actitud del joven sevillano, que se fue dos veces a la puerta de chiqueros, resolviendo la primera vez, ante las dudas del toro, con mucha serenidad, aplomo y torería. Algo es algo.

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