Las figuras tampoco consiguen levantar la Feria de San Fermín

  • Las tres figuras del toreo El Juli, Morante de la Puebla y Alejandro Talavante, que hoy se enfrentaron a un deslucido encierro de Victoriano del Río en Pamplona tampoco consiguieron levantar el nivel de unos Sanfermines, hasta el momento, de escaso brillo en el ruedo.

Paco Aguado

Pamplona (España), 10 jul.- Las tres figuras del toreo El Juli, Morante de la Puebla y Alejandro Talavante, que hoy se enfrentaron a un deslucido encierro de Victoriano del Río en Pamplona tampoco consiguieron levantar el nivel de unos Sanfermines, hasta el momento, de escaso brillo en el ruedo.

FICHA DEL FESTEJO: Seis toros de Victoriano del Río (el sexto con el hierro de Toros de Cortés), bien armados y presentados aunque desiguales de cuajo y altura. En general, la corrida se desfondó y se vino abajo en los primeros tercios, con un comportamiento deslucido.

Morante de la Puebla: dos pinchazos, media estocada atravesada y cinco descabellos (silencio); tres pinchazos y pinchazo hondo (silencio).

El Juli: pinchazo y estocada trasera caída (silencio); tres pinchazos, media estocada desprendida y dos descabellos (silencio).

Alejandro Talavante: pinchazo, estocada caída y dos descabellos (silencio); estocada corta tendida y descabello (silencio).

La Monumental de Pamplona se llenó en el sexto festejo del abono de San Fermín, en tarde de calor bochornoso.

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SE ESTRELLÓ EL CARTEL ESTRELLA.

El de hoy era el cartel de los Sanfermines que todos los aficionados marcaron en rojo. La vuelta a Pamplona, tras tres años de ausencia, del siempre esperado Morante de la Puebla y la presencia en el cartel de dos figuras como El Juli y Alejandro Talavante generaron la suficiente ilusión como para ir a la plaza con el talante de las grandes tardes.

Claro que lo que menos se esperaba es que los toros de la buena ganadería de Victoriano del Río se sumaran al tono generalizado de descastamiento que está empañando estos Sanfermines en el ruedo de la Monumental pamplonesa.

Aunque bien presentados y de buenas hechuras la mayoría, a los astados madrileños les faltó raza y a algunos fuerza, para dar juego en todos los tercios de la lidia. Y si bien algunos se pararon, otros se defendieron con temperamento o se movieron sin entrega en los engaños.

Con ese material bovino la tarde fue cayendo toro a toro por el barranco de las desilusiones, sin que la terna lograra evitar la triste deriva.

Morante de la Puebla, como es su costumbre en estos casos, no perdió demasiado tiempo con dos toros de casi nulas prestaciones, pues si el primero de la tarde tuvo aún menos recorrido que aspereza, al cuarto le faltaron las fuerzas y embistió descompuesto a todos los cites.

Probó pacientemente Morante a ambos, mostró sus defectos al público y empleó en ello menos tiempo que en matarlos, tras una sucesión de pinchazos con visible desconfianza.

El primero de El Juli, que empujó con verdadera bravura en varas, debió dejar en el peto del caballo toda su raza porque se desfondó sin remedio en cuanto tocaron a matar. Insistió de más con él el diestro madrileño, que ni así logró sacar nada en claro del marmolillo.

En cambio, sí que consiguió brillar medianamente con el quinto, un toro noblón y desclasado con el que El Juli puso en juego sus grandes conocimientos técnicos, hasta el punto de alargar una faena bastante entonada y que, probablemente, habría sido premiada de no haber fallado en la suerte suprema.

El toro que más y mejor se movió fue el tercero, al que Alejandro Talavante y su cuadrilla acertaron a reservar para que llegara con viveza al último tercio. Le faltaron bríos entonces al de Victoriano del Río y el diestro de Badajoz también supo administrárselos en los primeros compases de la faena.

Pero, recuperado y crecido el toro, no llegó Talavante a aprovechar con un toreo de más entrega esa mejorada condición del animal que él mismo había propiciado.

El sexto, que se violentaba con áspera mansedumbre cada vez que sus pitones tropezaban una muleta o un capote, no le permitió al extremeño solventar la tarde, a pesar de mostrar en este turno una actitud más asentada.

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