Los japoneses tienen muchas maneras de dar las gracias

  • La antropóloga estadounidense Ruth Benedict publicó en 1946 su trabajo de campo 'El crisantemo y la espada', que enuncia los valores, normas y conductas de Japón. Uno de sus pasajes es una auténtica premonición. "Cuando las aguas inundan torrencialmente una aldea japonesa (...) no hay gritos, ni carreras alocadas, ni pánico'.
Los japoneses tienen muchas maneras de dar las gracias
Los japoneses tienen muchas maneras de dar las gracias
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David González | aviondepapel.tv

Cuando EEUU vence a Japón en la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno estadounidense ya tenía una especie de biblia sobre los valores, normas y conductas de los ciudadanos japoneses. El crisantemo y la espada, de Ruth Benedict, fue un trabajo de campo antropológico. Su objetivo era predecir cómo se comportaría Japón bajo la ocupación de las tropas del general Douglas MacArthur.

Uno de los capítulos del libro, por ejemplo, nos explica las diferentes maneras que tienen los japoneses de dar las gracias, un concepto que tiene varios significados y vocablos en el idioma nipón, como son arigato, kino doku, sumimasen o katajikenai. Ninguno de ellos se podría traducir literalmente, pues significan agradecimiento o disculpa, beneficio o insulto. El agradecimiento en Japón es casi como firmar un préstamo inmenso de por vida.

Arigatotendría un uso comercial de "gracias", por ejemplo. Son las que da una dependienta a su cliente tras una compra en unos grandes almacenes. Sin embargo, lo cierto es que, si se tradujera, sería algo así como "Esta cosa tan difícil", o dicho de otra manera, no se agradece, sino que se contrae la deuda de agradecer la compra.

Otro vocablo sería katajikenai, que, al mismo tiempo, es "sentirse agradecido" o bien "sentirse insultado", ya que se recibe un beneficio extraordinario e inesperado. No obstante, quizás, el término más usado sea el que vaya directamente a las profundidades de la cultura japonesa. Cuando un japonés pronuncia "sumimasen" está asumiendo una deuda, según expone Benedict en su libro. 

Obligación por agradecimiento

Porque el agradecimiento japonés se convierte en ocasiones en una incómoda obligación. Y esta dualidad nos ayuda a comprender también cómo sus ciudadanos afrontan una desgracia, sobre todo, ahora, que existe curiosidad en Occidente por un Japón atenazado por la crisis nuclear y muchos ciudadanos europeos se sorprenden del civismo japonés tras el violento tsunami.

¿Por qué bajo tal caos existe tanta organización? ¿Por qué no se produce un éxodo masivo de la población japonesa o una huída de extranjeros con lazos familiares en Japón? ¿Por qué no se han dado pillajes tras el tsunami o por qué los escombros se apilan geométricamente en calles limpias para el paso de vehículos?

Quizás la respuesta esté en uno de los conceptos sobre el cual pivota la idiosincrasia japonesa, según describe Benedict. Es lo que se llama el "on" u "obligaciones contraídas pasivamente". Toda persona lleva un on (una carga de honor) con el emperador, por ejemplo, con su padre o familia (respeto y obediencia), o bien con su superior (comportamiento jerárquico); pero nunca con desconocidos. Esto último nunca está previsto en la mentalidad japonesa.

Ante un accidente

"La pasividad que muestra en Japón una multitud callejera cuando ocurre un accidente no es sólo falta de iniciativa. Es que saben que cualquier interferencia no oficial haría que [la ayuda conllevaría] un on [del accidentado al rescatador]. El hecho de que quien recibe la ayuda queda muy endeudado no incita a las personas a aprovecharse", explica Benedict en su ensayo.

Estas deudas (on) transitan hacia el concepto de "giri" o pago equivalente de la obligación, tanto con los demás como consigo mismo. El giri para los japoneses es lo más difícil de soportar, porque no sólo supone que tienen que devolver los favores en la misma cuantía matemática que los han recibido, sino que, además, es una norma que exige que nunca se mancille la buena reputación personal o familiar.

El estoicismo, por ejemplo, deviene del giri. No mostrar emociones en público, no caer en el histerismo ante la adversidad. Pase lo que pase, nos dice La espada y el crisantemo, una mujer "nunca debe chillar durante el parto"; y un hombre "siempre debe sobreponerse" a la calamidad.

Ante el caos, organización colectiva. Ante el miedo, recordar que tienes un on con tu familia y tu país, a los que no pueden abandonar. Ante los focos y las cámaras, temple, que nadie retrate tu flaqueza.

Curiosamente, si extraemos un párrafo de este libro publicado en 1946, casa directamente con la actualidad del país oriental. Es casi como una premonición:

"Cuando las aguas inundan torrencialmente una aldea japonesa, toda persona que se respete así misma recoge las pertenencias que piensa llevar consigo y busca tierras más altas. No hay gritos, ni carreras alocadas, ni pánico. (…) Tal comportamiento es parte del respeto que [un japonés] se tiene hacia sí, aunque sepa que no va a sobrevivir", escribe Ruth Benedict en "El crisantemo y la espada".

No en vano, Japón no se rige por el sentimiento de culpa como Occidente. Japón se rige por el miedo a sentir vergüenza. Los japoneses no quieren que, ahora, que son el centro informativo, el mundo les mire con pena y la ayuda externa les obligue a dar las gracias, porque es una deuda insoportable para ellos.

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