"Los tontos y los estúpidos" o hacer de la necesidad virtud cinematográfica

  • Mercedes Zabaleta.

Mercedes Zabaleta.

San Sebastián, 21 sep.- Tras superar una innumerable serie de vicisitudes, Roberto Castón ha conseguido terminar su segundo largometraje, "Los tontos y los estúpidos", una demostración de que de la necesidad se puede hacer virtud, en este caso cinematográfica, con una película que arremete contra la familia tradicional.

"Los tontos y los estúpidos" se ha proyectado en la sección Nuevos Directores de la 62 edición del Festival de Cine de San Sebastián, donde su realizador habla con Efe de sus expectativas, satisfecho de que el "boca a boca" entre el público y en las redes sociales esté siendo "muy positivo" para el filme.

"Solo con buenas sensaciones la película no va a vivir mucho", asegura Castón, cuyo primer largometraje, "Ander", (2009) rodado en euskera, obtuvo el premio de la Confederación Internacional de Cines de Arte y Ensayo (CICAE) en el Festival de Cine de Berlín, pero no llegó a encontrar distribución en España.

No obstante, se muestra optimista por el "buen gusto" que "Los tontos y los estúpidos" ha dejado en el Zinemaldia, aunque reconoce que su estreno coincide con el de "Torrente 5" y esto no le beneficia.

Castón (A Coruña, 1973) apuesta en "Los tontos y los estúpidos" por un planteamiento innovador y coral con la fórmula de "cine dentro del cine" en el que se adentra en el trabajo de un grupo de profesionales que entra en un plató para ensayar y discutir sobre un guión, sin más escenario que el hangar donde se rueda.

Los actores, que muestran incluso los textos que interpretan en la mano, construyen unos personajes con vidas cruzadas en las que asoman las mentiras y los intentos de ser aparentar lo que no se es.

Esta fórmula, "sin atrezzo, sin exteriores", fue la solución que Castón presentó a los actores en 2012 después de que los recortes le dejaran sin subvención para seguir adelante con un proyecto que había arrancado en 2010 y que tuvo que meter en el cajón.

"Fue un hachazo que todavía me duele", reconoce el director que pasó un 2011 "casi depresivo".

Finalmente hizo "de la necesidad virtud", asegura, y repensó la película para que fuera "lo más barata posible", es decir, tuvo que prescindir de los exteriores y de casi todos los elementos de una película convencional para quedarse con el esquema.

Militante del movimiento reivindicativo homosexual desde hace veinte años, Castón asegura que en la visión que el filme ofrece de la familia tradicional "hay una posición política".

La familia "patriarcal y heterosexista nos ha jodido la vida a todos", considera el realizador, que recuerda que existen otros modelos que deben ser aplaudidos porque lo "importante es quererse y cuidarse".

Uno de los actores del elenco, Joxean Bengoetxea, que también trabajó en "Ander", reivindica el carácter profesional del proyecto, en el que todos se han volcado y se han implicado, pero del que esperan cobrar "porque gratis" no trabaja nadie y los actores "viven de esto".

Nausicaa Boninn cree que la película "ha sido así porque tenía que ser así" y reconoce que ha supuesto un reto como intérprete porque ha debido jugar con diferentes planos en su actuación, ya que interpreta a una actriz que a su vez se mete en la piel de un personaje.

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