Mateo Maté integra su cotidianeidad con fondos de los museos estatales

Madrid, 21 nov.- Mateo Maté ha pretendido en "El eterno retorno" integrar la cotidianeidad, "objetos que se reconocen como muy cercanos", con los fondos de las colecciones de distintas instituciones estatales, en una exposición colectiva en Madrid en la que el artista traza un recorrido por su imaginario artístico.

El Museo Lázaro Galdiano, la Biblioteca Nacional, el Museo de Artes Decorativas, el Museo del Romanticismo y el Museo Cerralbo forman parte de este proyecto, con pequeñas intervenciones de Mateo Maté en cada una de sus sedes, dentro del programa "Nuevas Miradas", con el que la Subdirección General de Promoción de Bellas Artes busca una "nueva lectura" de sus colecciones.

Mateo Maté (Madrid, 1964) ha explicado, al inicio del recorrido por todas las instituciones que participan en la muestra, que cada intervención que ha realizado forma parte de su "viaje personal", por lo que todos los objetos que ha empleado para su configuración se reconocerán como "domésticos, muy cercanos".

"El gran público separa lo que hoy consideramos arte y lo que antaño se consideró meramente utilitario, y yo creo que esa separación no existe", ha asegurado Maté, quien ha subrayado que el sentido de esta "acción conjunta" es su agradecimiento a "esa iconografía heredada" de la que él aprendió "a ser artista", y de la que -ha dicho- no solo forman parte los "grandes museos".

Para el artista madrileño, "todo es arte vivido, tanto las grandes obras como las pequeñas", y ha precisado que con sus intervenciones trata de equiparar "las estructuras más cercanas con las estructuras del Estado".

Así, en "Nacionalismo doméstico", en el Museo Lázaro Galdiano, el artista juega con algo desprovisto de toda aureola artística -fregonas, cepillos, manteles o cubertería- y los libera de sus determinaciones de utilidad para mezclarlos, en la sala de armas del museo, con la iconografía heráldica y militar, difuminando las fronteras de lo privado e ironizando con las "pequeñas batallas cotidianas".

En la Biblioteca Nacional de España, seis piezas muestran, en "Arqueología del saber", una acumulación de periódicos en forma de "depósitos de la memoria", tanto individual como colectiva, en los que el artista ahonda en los recuerdos fragmentarios que permanecen en la memoria, en una intervención que define como "una arqueología de lo que soy, de lo que he leído".

Una cama con forma de mapa de España, un despertador y un vídeo trasladan al espectador que visite "Desubicados" (Museo Nacional de Artes Decorativas) a una orografía íntima de carácter onírico, en dónde la cama es tratada como un espacio geográfico y convertida en un plano cartográfico de un inmenso territorio habitado por uno mismo.

"Preparé los trabajos sin salir de mi cama, grabé un vídeo e hice un mapa de mi cama", ha señalado hoy Mateo Maté, para quien estos objetos utilitarios cuestionan la propia identidad y la pérdida de referencias espacio-temporales.

En "Viajo para conocer mi geografía" (Museo Cerralbo), la alfombra que recibe al espectador en la Escalera de Honor del edificio "ayuda a conocer dónde estás", según el artista, indicando las coordenadas exactas del visitante.

En el Museo del Romanticismo, el madrileño convierte una pintura romántica con el típico tema del naufragio en un objeto que, con un guiño surrealista, se deshace y se desparrama por el suelo en "Paisaje uniformado", una reinterpretación de una pintura de Carlos de Haes en la que emplea los códigos cromáticos del camuflaje bélico.

En esa intervención, Maté habla de cómo los artistas han contribuido, "involuntariamente, con la guerra", y de cómo el arte "ha colaborado con el desarrollo de armas".

"Eterno retorno" conecta la obra del artista con museos madrileños que ha visitado "desde que era niño" y que han influido decisivamente en la construcción de su trayectoria artística.