Miquel Molina inicia su aventura literaria en busca de la Bovary barcelonesa

  • La inquietud periodística por descubrir la identidad de la "pálida mujer de Barcelona" citada por Gustave Flaubert en las páginas de Madame Bovary empujó al periodista Miquel Molina a indagar en la cara oculta de los cuadros de Courbet para escribir "La flor del mal", su primera "aventura" literaria.

Júlia Talarn

Barcelona, 14 mar.- La inquietud periodística por descubrir la identidad de la "pálida mujer de Barcelona" citada por Gustave Flaubert en las páginas de Madame Bovary empujó al periodista Miquel Molina a indagar en la cara oculta de los cuadros de Courbet para escribir "La flor del mal", su primera "aventura" literaria.

A través de la ficción, Molina explora la posible relación entre Emma Bovary con el cuadro de Courbet "Retrato de una dama española", que habría podido ser visto por Flaubert en la Exposición Universal de París de 1855 y cuyas características físicas habrían inspirado al escritor francés para crear a su heroína literaria.

El escritor barcelonés construye esta hipótesis a partir de una cita de la clásica novela de Flaubert, en la que este señala que Emma Bovary se parece a la "pálida mujer de Barcelona", que no identifica.

En una entrevista con Efe, Molina, director adjunto de La Vanguardia, ha explicado cómo, durante más de 6 años, se ha sumergido en dietarios y documentos, tras la pista de la modelo del cuadro de cabellera negra que, a su parecer, podría ser una chica catalana a quien Courbet conoció durante una visita a Lyon.

"La flor del mal", publicada por Destino, es una novela a medio camino entre la intriga de una investigación periodística en el presente y la emotividad que transmite un diario personal de ficción, una combinación que ha permitido al autor "llegar donde el periodismo no permite llegar".

Sobre la trama principal de exploración, protagonizada por un profesor de literatura de secundaria que investiga el enigmático lienzo de Courbet, se recrea con destreza capítulos del diario íntimo de Madame Gaillard, una dama de origen español que, a mediados del siglo XIX, posará para el pintor francés del que secretamente está enamorada.

Como en el caso de Emma Bovary, ambos personajes padecen lo que Baudelaire -en la recopilación de poemas "Las Flores del mal"- denominó como "spleen", un fuerte deseo de "escapar de la realidad" y liberarse a través del arte del "gris contexto" que les rodea.

Ella por querer participar en el mundo cultural del siglo XIX y él por necesitar escapar de un sistema educativo que le encorseta, se refugiarán en la literatura y el arte, ámbitos en los que se desarrollarán sus respectivas historias de amor, marcadas por la obsesión del amante.

A pesar de que el autor ha negado vivir en este estado -spleen- que lleva a sus personajes a derribar sus propias fronteras, sí ha reconocido formar parte de una generación fascinada por el "malditismo" del siglo XIX, transmitido por artistas y cantantes punk de los años ochenta como Patti Smith o The Cure, aunque ha admitido que, visto en perspectiva, las aproximaciones fueron "superficiales".

Preguntado por la legitimidad de la mezcla de los hechos reales con los ficticios, Molina se ha referido a un antiguo profesor suyo que, como el protagonista de su historia, se inventaba historias sobre su amistad con intelectuales como Sartre o J.D. Salinger con el objetivo de despertar la curiosidad de sus alumnos, por lo que el autor considera admisible "saltarse las normas" siempre que sea con el fin de "transmitir pasión y curiosidad a quienes las escuchen".

Esta misma voluntad es la que ha llevado a Miquel Molina a adentrarse en su primera aventura literaria, una carrera de fondo comparable, a su parecer, con cualquier proeza física.

"Antes -explica- las aventuras tenía un sentido geográfico, ahora con el móvil podemos llegar a cualquier sitio", ha subrayado Molina quien asegura que el sentido actual de "aventura" consiste en marcarse un objetivo personal y "llegar hasta el límite".

Mostrar comentarios