N.Espert pone el desgarro a la Granada que sangra por Lorca en "Ainadamar"

  • Nuria Espert ha puesto esta noche en el Teatro Real el "desgarro" a la Granada que sangra por García Lorca en el estreno mundial de la tercera, y parece que "definitiva", ópera de Osvaldo Golijov sobre la muerte del poeta "Ainadamar", recibida por el público con emoción y reconocimiento.

Concha Barrigós

Madrid, 8 jul.- Nuria Espert ha puesto esta noche en el Teatro Real el "desgarro" a la Granada que sangra por García Lorca en el estreno mundial de la tercera, y parece que "definitiva", ópera de Osvaldo Golijov sobre la muerte del poeta "Ainadamar", recibida por el público con emoción y reconocimiento.

Espert, en el papel de Margarita Xirgú adulta, la soprano Jessica Rivera en el de la joven, la mezzosoprano Kelley O'Connor en el de Federico García Lorca, y la soprano Nuria Rial en el de Nuria, han sido tan aplaudidas como el director de escena, Peter Sellars, el de la orquesta, Alejo Pérez y, sobre todo, el compositor, emocionado con la acogida.

La actriz y directora catalana (1935) ha aparecido, con vestido blanco hasta los pies y el pelo recogido, en un escenario con solo tres grandes murales del artista de Los Ángeles Gronk, en los que, en una mezcla de graffiti, pinturas negras de Goya, la luz de El Greco y composición que recuerda al Guernika, se recrea la Granada donde "lloraron las piedras".

Con ese inquietante fondo, y el rumor del agua y los cascos de los caballos de banda sonora, Espert ha recitado la primera de las diez casidas y gacelas extraídas del último libro de poemas de García Lorca, "El diván del Tamarit", que puntúan la historia de la muerte del granadino imaginada por su amiga la actriz Margarita Xirgú.

La primera versión de "Ainadamar", estrenada en 2003, estaba muy centrada en la visión que tienen los norteamericanos de García Lorca, en la de 2005, conocida como la de la Ópera de Santa Fe, se "pulieron" algunos aspectos para dar más relieve a la figura de García Lorca, un montaje que obtuvo dos premios Grammy.

La tercera, también con dirección escénica del estadounidense Peter Sellars, que en enero firmó en el Real "Iolanta y Perséfone", "mejora" las anteriores y da más importancia a la figura del poeta, componiendo un puzzle que persigue "tocar los corazones y conmover" haciendo, a la vez, un homenaje a Xirgú, "las alas y sombra" de la propia Espert.

"Tengo que esforzarme en muchas escenas por no dejarme llevar por las emociones personales", confesaba esta semana en la presentación de la obra y es que los poemas que recita podrían haber sido, perfectamente, escritos tras su muerte.

Este montaje abre espacios en la obra sin romper su continuidad, y la actriz, que está la hora y media en escena, recita los poemas en un fluido "continuum" musical, que Alejo Pérez dirige muy atento en cada momento al "respirar" de Espert.

La actriz lleva, como el resto de intérpretes, micrófono, lo que permite ampliar al músico Jeremy Flower en directo su paleta de colores, y darle efectos y resonancias teatrales en sintonía con la cantidad de armónicos que producen los instrumentos.

La relación entre los elementos electrónicos, la orquesta y la guitarra flamenca, de Adam del Monte, y la percusión, de Gonzalo Grau, produce un "flow" (fluir), en palabras de Sellars, en el que cabe la improvisación.

Golyjov recurre en su obra constantemente al elemento popular y lo integra "en ensamble perfecta" con el texto, según Pérez, que considera que la complejidad de la composición es digna "de los grandes madrigalistas del Renacimiento".

Las leves disonancias de la partitura tienen el propósito de buscar la emoción más que la provocación, aunque algún elemento tenga en España, donde llega casi diez años después de haber paseado por todo el mundo, una lectura diferente.

Es el caso del discurso en la radio de la Falange o la idea de colocar al que considera instigador de la muerte de García Lorca, "Ruiz Alonso", en un balcón del proscenio como si cantara una saeta instigando a "entregar, por Dios, al cabezón", es decir Lorca, y "acusándole" de "maricón" y "amante de Rusia".

El coro de "niñas", con trajes negros largos "muy lorquianos", hace un "lamento lloroso", ahondando en el intenso dolor que la muerte del poeta provoca y que concluye levantando, como ya se hiciera en 2000 con el "Don Quijote" de Cristóbal Halffter, el mural del fondo para permitir una inusual visión de la plaza de Ópera.

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