Oreja por coleta en una decepcionante corrida de Cuvillo en Mont de Marsan

  • Los diestros Enrique Ponce, José María Manzanares y Daniel Luque cortaron hoy una oreja cada uno en una decepcionante corrida de Núñez del Cuvillo, en el segundo festejo de feria de Mont de Marsan (Francia).

André Viard

Mont de Marsan (Francia), 18 jul.- Los diestros Enrique Ponce, José María Manzanares y Daniel Luque cortaron hoy una oreja cada uno en una decepcionante corrida de Núñez del Cuvillo, en el segundo festejo de feria de Mont de Marsan (Francia).

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Núñez del Cuvillo, terciados y pobres de presencia, nobles y descastados.

Enrique Ponce, silencio y oreja tras dos avisos.

José María Manzanares, silencio y oreja.

Daniel Luque, oreja y silencio.

En cuadrillas, saludaron en banderillas Juan José Trujillo y Curro Javier.

La plaza rozó el lleno en los tendidos.

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CORRIDA IMPROPIA PARA FRANCIA.

Gafada desde un principio, dado que cinco de los toros embarcados por los responsables de la plaza habían sido rechazados por la alcaldesa a su llegada en los corrales, la corrida de Núñez del Cuvillo ha respondido a lo que se podía esperar: chica, con algunos ejemplares tapándose por su cara, noble pero floja y descastada.

Poco pudo hacer Enrique Ponce frente a su primero, un toro chico y flojo, noble pero carente de emoción en sus embestidas.

El cuarto, de bonita hechura, noble y manso, permitió a Ponce cortar una oreja, después de haber aprovechado a la perfección su querencia.

El primero de Manzanares, descastado y parado, no le permitió nada a pesar de intentarlo. Fue silenciado.

Frente al quinto, igual de chico pero con más movilidad, Manzanares, muy entregado, construyó una faena técnicamente perfecta, en la distancia justa. La estocada tardó en hacer efecto, pero no enfrió los ánimos para la petición de oreja.

Daniel Luque se esmero en alegrar las embestidas nobles del chico tercero, al que dio varias series templadas en la primera parte de su faena. El último, algo más serio que sus hermanos, no tuvo ni clase ni fondo, y Luque se puso algo pesado intentando sacar agua de un pozo vacío.

Después de comprobar el trapío modesto de los sustitutos lidiados, los aficionados se preguntaban con razón como debían de ser los que fueron rechazados.

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