Ovación para Lomelín en la primera del Zapato de Oro de Arnedo

  • Una sola ovación a cargo de Antonio Lomelín fue el escaso balance artístico de la primera novillada del certamen Zapato de Oro de Arnedo (La Rioja), en la que el ganado de Carriquiri, flojo y descastado, propició tan corto resultado en la tarde.

Arnedo (La Rioja), 27 sep.- Una sola ovación a cargo de Antonio Lomelín fue el escaso balance artístico de la primera novillada del certamen Zapato de Oro de Arnedo (La Rioja), en la que el ganado de Carriquiri, flojo y descastado, propició tan corto resultado en la tarde.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Carriquiri, muy bien presentados, nobles pero justos de fuerzas y descastados, de juego deslucidos en su conjunto.

Antonio Lomelín: estocada (ovación); y estocada caída (silencio).

Daniel Crespo: pinchazo y media delantera (silencio); y metisaca, pinchazo, estocada corta y tres descabellos (silencio tras dos avisos).

David González: estocada (silencio); y estocada tendida (silencio).

En cuadrillas, saludaron en banderillas Raúl Mateos y Jesús Robledo "Tito" en el segundo, y Antoñares y Marcos Ortiz en el tercero.

La plaza tuvo algo menos de media entrada.

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DETALLES ENTRE EL DESCASTAMIENTO

Lomelín llevo a cabo una primera faena en la que gustó toreando al natural en muy poco terreno, pero condicionado por el escaso empuje de su antagonista, lo que propició que aquello no llegara a calentar lo suficiente.

El cuarto tampoco aportó gran cosa, pero aquí falló también el novillero al ahogar demasiado a un novillo que acabó negándose, después de que Lomelín pegara algún que otro pase suelto de buena factura.

El primer novillo de Crespo tuvo algo más de recorrido, pero el espada apenas llegó a interesar en una labor medida en la que destacó más que nada en los remates de pecho.

Con el quinto dejó Crespo retazos de torero con gusto, con interesantes detalles en el inicio por el derecho y una posterior tanda al natural, pero a la faena le faltó rotundidad por lo escaso que apostó el utrero, y, sobre todo, por su fallo a espadas.

El primero de González acusó durante toda la lidia un volatín que cobró en el primer tercio. El joven novillero se empeñó en hacer las cosas por el pitón derecho cuando el animal pedía el toreo por el otro lado, por lo que la faena, anodina, careció de emoción.

En el que cerró plaza, y tras un inicio de rodillas, sin embargo, se le vio demasiado desconfiado en una faena larga y eléctrica en la que surgieron muchos pases pero de escasa enjundia.

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