Paco Ibáñez revive en París

  • Acompañado de amigos, de algunas de las personas que le han arropado en su vida artística, Paco Ibáñez abrió hoy los actos de conmemoración del 50 aniversario de su primer disco, con un concierto en el teatro de los Campos Elíseos de París.

Luis Miguel Pascual

París, 10 nov.- Acompañado de amigos, de algunas de las personas que le han arropado en su vida artística, Paco Ibáñez abrió hoy los actos de conmemoración del 50 aniversario de su primer disco, con un concierto en el teatro de los Campos Elíseos de París.

Un prolijo repaso fotográfico a su vida dejó paso a un recuerdo de su carrera musical que fue en paralelo al de su vida.

Cada canción fue un recuerdo y cada recuerdo una anécdota.

Fue el primer acto de un ciclo titulado "Vivencias", compuesto de cuatro conciertos, de la reedición de sus obras y de otras citas culturales destinadas a repasar la carrera del trovador, que el próximo día 20 abrirá su octava década de vida.

Ibáñez compareció sobrio, solitario en el gran escenario y con la guitarra como único aderezo de su voz, que fue desgranando algunos de los temas más paradigmáticos de su larga carrera, las letras de poetas que le han servido de inspiración.

Comenzó con el Siglo de Oro, Góngora y Quevedo, para ir adentrándose en otras fuentes de su carrera, en paralelo a su vida.

A ellos se sumó una inédita versión del poema "Bien presentados", de Luis Cernuda, un mensaje fuerte que el autor, que hace 60 años pisó por vez primera un escenario, quiere convertir en un himno, a la altura del "Galopar" de Rafael Alberti que tanta fama le ha dado.

A medida que avanzó el concierto, la voz ronca y fuerte, personalísima de Ibáñez, se vio acompañada de otros "amigos": de François Rabbath, de la flamenca guitarra de Mario Más, Gorka Benítez, del acordeón de Josean Goikoetxea, el bandoneón del argentino César Stroccio o el "bailaor" Manuel Pantoja, "Chicharito de Jaén".

Además de la voz aterciopelada de su hija Alicia, el contrapunto a la del casi octogenario, o del hijo del artista venezolano Jesús Soto, su cómplice y compadre en los años parisinos del artista.

Ibáñez cantó en diferentes lenguas, para mostrar la diversidad de sus almas, la fuerza de su mensaje multicultural.

En euskera, en gallego, en francés y en hebreo, pero sobre todo en castellano, desgranó versos de Lorca, León Felipe, Neruda, Goytisolo o Rubén Dario.

Sin olvidar a quien definió como el mayor trovador de todos los tiempos, Georges Brassens, cuyo "les copains d'abord", cerró el recital.

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