Palacio de Stoclet, el monumento de la UNESCO que no se puede visitar

  • El Palacio de Stoclet, en Bruselas, es una de las últimas maravillas arquitectónicas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. No sólo por su significado para la corriente arquitectónica vienesa de principios del siglo XX, sino también por los tesoros que alberga en su interior. Sin embargo, permanece cerrado al público, pues los herederos de Adolphe Stoclet no se ponen de acuerdo en qué hacer con su propiedad.
Palacio de Stoclet (Bruselas), Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO (Foto de Jean-Pol Grandmont)
Palacio de Stoclet (Bruselas), Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO (Foto de Jean-Pol Grandmont)
Jean-Pol Grandmont
Paul Ames | GlobalPost

(Bruselas, Bélgica). El palacio de mármol de Stoclet, coronado por un cuarteto de musculosas estatuas de cobre, es una imagen familiar para los miles de residentes de Bruselas que pasan en coche cada tarde de regreso a sus hogares. Sin embargo, el interior y sus innumerables tesoros son un misterio para casi todo el mundo, con excepción de unos cuantos afortunados.

Los habitantes de Bruselas probablemente tienen más información del Taj Mahal o las pirámides de Guiza que de las piezas de arte del palacio.El año pasado, Stoclet pasó a integrar la lista de monumentos considerados Patrimonio de la Humanidad de Naciones Unidas. Es uno de los cuatro edificios europeos seleccionados recientemente, lo que refleja su importancia para la historia del arte moderno, la arquitectura y el diseño.

Este palacio, considerado como una de las residencias más elegantes del siglo XX, sigue en manos privadas. Si bien el estado belga financia las reparaciones y el mantenimiento, el palacio no permite el acceso de público. "Muy pocas personas lo han visitado y prácticamente no hay fotografías de su interior. Es ridículo cuando se piensa que los contribuyentes belgas pagan las reparaciones", afirma el regidor local Gauthier van Outryve d'Ydewalle.

El banquero belga Adolphe Stoclet ordenó la construcción del palacio en 1901, siguiendo los diseños del arquitecto austríaco Josef Hoffmann, fundador del Wiener Werkstätte ("Talleres Vieneses"), el movimiento que revolucionó el arte y el diseño en la Viena de la época. El palacio es la obra maestra de dicho movimiento.

Hoffmann se alejó del estilo art nouveau, muy de moda en esa época en la capital belga, y creó una gran mansión de líneas rectangulares que influirían en los movimientos art decó y modernista de las décadas siguientes. El movimiento vienés aspiraba a ir más allá de la arquitectura para crear obras de arte integrales en las cuales los muebles, la iluminación, el jardín, los suelos, las alfombras y los elementos de decoración fueran una parte esencial del todo.

Para asegurarse de un resultado espectacular, Hoffmann invitó al conocido pintor vienés Gustav Klimt para que creara su colosal "Árbol de la vida", un mosaico con incrustaciones de oro y piedras preciosas que cubre las paredes del comedor. También hay esculturas y pinturas de otros importantes artistas de la época.

"El interés por esta residencia es reconocido en todo el mundo", afirma el texto de la UNESCO para justificar la inclusión del edificio en la lista de Patrimonio de la Humanidad. "Es una representación asombrosa del nacimiento de la modernidad constructiva y decorativa y un ejemplo para las escuelas de arquitectura de todo el mundo", añade.

Después de acabar su construcción en 1911, el palacio sirvió para acoger las fiestas de las personalidades culturales más destacadas de la época. La lista de invitados incluía a Stravinski, Cocteau o Debussy.

Sin embargo, más recientemente, el palacio ha vivido una época difícil. Lleva años vacío y sólo está habitado por los responsables del mantenimiento. Por otra parte, los descendientes de Adolphe Stoclet se pelean por la propiedad. Los cálculos valoran el palacio en al menos 100 millones de euros, pero la cifra puede resultar excesivamente modesta si se tiene en cuenta que en el 2006 un cuadro de Klimt se vendió por 137,5 millones de dólares (100, 6 millones de euros).

La residencia y las obras en su interior son propiedad de los siete herederos de Stoclet. El Gobierno belga recientemente impidió por vía judicial que algunos de los herederos vendieran parte del mobiliario. Pero si bien la mansión y su contenido ahora están protegidos, no está del todo claro qué pasará con ella. Algunos de los dueños se muestran dispuestos a abrir –con limitaciones- el palacio al público, mientras que otros se oponen tajantemente con el argumento de que las aglomeraciones de visitantes acabarían con el edificio.

"Son los dueños los que tienen que decidir qué quieren hacer con la propiedad y tienen el derecho a que siga siendo absolutamente privada, si así lo desean. No hay ninguna obligación de abrirlo al público debido a la designación de la UNESCO", afirma Pascale Ingelaere, asesora del presidente del gobierno regional de Bruselas.

En los próximos meses, el gobierno regional desea reiniciar las conversaciones con la familia para hablar sobre el futuro del edificio, añade Ingelaere. "Nos gustaría hablar este tema con los propietarios para ver hasta qué punto podríamos prever una apertura al público a corto o medio plazo".

Mientras tanto, el gobierno de Bruselas ha pagado 1,3 millones de euros, casi la mitad del programa de mejoras, para cubrir las reparaciones de los próximos cuatro años. A corto plazo, existen escasas posibilidades que las autoridades puedan reunir el dinero para comprar la propiedad si la familia estuviera dispuesta a venderla.

"En este preciso momento, tenemos problemas presupuestarios importantes, por lo que no es el momento adecuado", reconoce Ingelaere. "Sin embargo, si alguna vez viéramos que existe una amenaza real contra el edificio, nos reuniríamos e intentaríamos encontrar una solución. No dejaremos que el Palacio Stoclet se venga abajo".

Mostrar comentarios