Ponen en duda la autenticidad del cráneo atribuido a Enrique IV de Francia

  • El investigador belga Jean-Jacques Cassiman, negó hoy que el cráneo atribuido al rey Enrique IV de Francia por un estudio científico publicado en febrero pasado pertenezca al primer rey Borbón del país.

París, 9 oct.- El investigador belga Jean-Jacques Cassiman, negó hoy que el cráneo atribuido al rey Enrique IV de Francia por un estudio científico publicado en febrero pasado pertenezca al primer rey Borbón del país.

El genetista retirado de la universidad de Lovaina estudió los restos de ADN y los comparó con otros de descendientes de la rama de los Borbón, lo que le llevó a concluir que "la cabeza no es de Enrique IV", según indicó a Efe.

El estudio de Cassiman, difundido conjuntamente con el historiador francés Philippe Delorme, especialista en la realeza, llega ocho meses más tarde de que un equipo concluyera "con cien por cien de certeza" que el cráneo correspondía al rey que pronunció la frase "París bien vale una misa" para acabar con las guerras de religión entre católicos y hugonotes que desangraron el país en la segunda mitad del siglo XVI.

Aquel primer estudio, obra de Stéphane Gabet y del forense Philippe Charlier, afirmaba que existían 22 evidencias anatómicas, históricas, patológicas y antropológicas que mostraban que se trataba de la cabeza del rey.

Destacaba una reconstrucción facial, comparada con los retratos que existen del monarca, y una comparación con el ADN con restos de sangre encontrados en España y atribuidos a Luis XVI, descendiente del primer Borbón.

Precisamente este segundo argumento es el que ataca Cassiman que, en lugar de usar ADN de fallecidos ha hecho la comparación con material de tres personas vivas.

En los tres casos ha comprobado que compartían todos el mismo cromosoma Y, signo de la ascendencia masculina.

Pero al comparar esos elementos con una supuesta muestra de sangre recuperada tras la decapitación de Luis XVI durante la Revolución Francesa y con los restos de la cabeza momificada que se consideraba de Enrique IV, el resultado había sido "negativo".

"Es falso" que la cabeza perteneciera al primer rey Borbón, asesinado en 1610 por un fanático religioso, señaló.

Su estudio reaviva una polémica que, en el fondo, enfrenta a las dos dinastías que reclaman el trono de Francia, la de los Borbón, encabezada por Luis Alfonso de Borbón y que es la propietaria del cráneo litigioso, y la de los Orleans, encarnada en el conde de París, que niega la autenticidad de la cabeza.

Si en su día Delorme consideraba poco riguroso el estudio que atribuía la cabeza a Enrique IV, ahora es Charlier quien tira por tierra la seriedad del trabajo de Cassiman.

Al haber muchas generaciones entre Luis XVI y los tres descendientes vivos, el forense sostiene que hay un alto grado de probabilidad de que no se haya mantenido la línea legítima, un porcentaje que cifra entre el 12 y el 41 por ciento.

Cassiman, por su parte, rebate este argumento al considerar que los datos genéticos de los tres son coincidentes.

La controversia sobre la autenticidad de la cabeza amenaza con retrasar los planes de Luis Alfonso de Borbón, hijo del difunto Alfonso de Borbón, primo hermano del actual rey de España, Juan Carlos I, que había pedido celebrar una ceremonia para restituir el cráneo al panteón de los reyes de Francia en la basílica de Saint-Denis, a las afueras de París.

La cabeza descansa por el momento en una caja fuerte bancaria de París, tras una truculenta historia que no parece tener final.

Asesinado a puñaladas en 1610, Enrique IV fue enterrado en Saint-Denis, donde su cuerpo permaneció hasta que en 1793, en pleno "terror" revolucionario, el mausoleo real fue profanado y muchos de los cadáveres fueron decapitados y enterrados en una fosa común.

En 1817, con la restauración monárquica, Luis XVIII ordenó reabrir la fosa y reintegrar los restos reales en el mausoleo, pero la cabeza de Enrique IV no apareció.

En 1919 el anticuario Joseph Émile Bourdais encontró el cráneo y pasó toda su vida tratando de demostrar su autenticidad, sin éxito.

Anciano, vio como el Museo del Louvre rechazaba la cabeza y se la cedió a los Bellanger, un matrimonio apasionado de la historia, que se comprometió a comprobar su autenticidad.

Durante años recorrieron archivos y bibliotecas en busca de pistas que mostraran que la cabeza que poseían era la del primer Borbón de Francia.

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