"Rosa y negro", una broma enorme no tan lejana en el tiempo, según Juan Diego

  • Madrid.- La última aventura de Juan Diego en las pantallas españolas es "Rosa y negro", una disparatada comedia francesa de Gerard Jungnot en la que el mundo gay y la moda francesa del XVI se funden con la Inquisición y donde el mismísimo inquisidor es "una locaza": perversiones que hoy vemos a diario, dice el actor.

"Rosa y negro", una broma enorme no tan lejana en el tiempo, según Juan Diego
"Rosa y negro", una broma enorme no tan lejana en el tiempo, según Juan Diego

Madrid.- La última aventura de Juan Diego en las pantallas españolas es "Rosa y negro", una disparatada comedia francesa de Gerard Jungnot en la que el mundo gay y la moda francesa del XVI se funden con la Inquisición y donde el mismísimo inquisidor es "una locaza": perversiones que hoy vemos a diario, dice el actor.

"Mirar la Inquisición sin dramatizar nos viene muy bien: ver que el gran inquisidor de Sevilla es una locaza que se disfraza de su mamá y llora y se fustiga... Esas perversiones -asevera Diego en una entrevista con EFE- las estamos viendo estos días en las vidas internas de determinados sectores del clero, digo algunos, no todos" puntualiza.

Juan Diego es el "negro" del título: "Poveda", un noble sevillano que ha enloquecido tras perder a su mujer y oculta sus secretos entre flagelo y cilicio, a tono con la vida de 1577 que vive España.

Y el "rosa" es el modisto gay Pie Saint Loup (Jungnot, "Los chicos del coro"), a quien el rey de Francia ha encargado confeccionar el traje para casar a la hija de Poveda con un sobrino suyo, apenas un niño, por motivos de Estado.

El descalabro que produce la llegada a Sevilla del taller de costura de Saint Loup, integrado por un protestante que intenta matar a Felipe II estallando una bomba oculta en el vestido de la novia, un musulmán y dos homosexuales, sirve de excusa para mostrar la España más intransigente.

"Es una comedia loca, disparatada (...) pero lo primero que dice es que no olvidemos que las religiones estaban ahí para matar a gente y darse de bofetadas; así llegamos a la más bestial, Al Qaeda, y así seguiremos", afirma Diego.

Para el actor, encontrar la conexión entre la España negra de la Inquisición "y esos colores locos -y de locas- venidos de Francia, con esa mirada sobre esa España cañí tenebrosa, da lugar a situaciones bastante hilarantes y enloquecidas".

Habla también del poder y de la corrupción, y recuerda que "ya éramos perversos entonces".

"Hay que sacarlo todo, desmitificar, despelotarse y despelotarlo todo, en la medida de lo posible, para encontrar realmente dónde está el valor", opina.

Diego acaba de encarnar a otro divertido personaje, "Auxilio", en "Que se mueran los feos": otra deliciosa locura, dice el actor, a quien, en este momento, le apetece "mucho" la comedia.

Sólo hay que ver su figura, sumamente estilizada, y su cara relajada para saber que Juan Diego, a sus 68 años, se cuida mucho: "No es fácil aguantar el ritmo de los últimos cinco años: he hecho más de cien capítulos de "Los hombres de Paco" y trece películas, además de un monólogo de Vázquez-Montalbán".

Con la perspectiva de los años, este actor que ha recibido tres Goyas, una Concha de Plata, un Max, dos Fotogramas, tres premios de la Unión de Actores y más de seis por sus papeles televisivos, y la medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, entre otros, afirma que, más que afortunado, se siente "impensable".

Y se ha vuelto "sensato" por responsabilidad: "me lo impone mi hijo. No puedes ir por la vida a pecho descubierto porque es una falta de amor y de respeto. Sino hubiera nacido Diego, a los 55 años yo hubiera seguido haciendo el ganso por ahí".

Pero ya no le gustan las noches, "es todo muy aburrido, siempre hay gente que grita", dice, y asegura que "antes se salía a estar con los otros", pero ahora hay gente que reproduce comportamientos de la televisión, "bastante lamentables", opina.

"Eso viene por la sobreinformación que, en realidad, lo que busca es que nadie se entere de nada", afirma.

En ese sentido, critica que "nadie parece saber quiénes han sido" los causantes del desplome de la economía, o de los más de cuatro millones de parados, y deplora "que se vayan a ir de rositas".

Hombre de izquierdas, aboga por la globalización sólo para las cosas buenas -"la cultura, la justicia, el conocimiento"- y apuesta porque la sociedad reaccione y acabe con el bipartidismo, y no sólo en España.

La película se estrena el viernes que viene en los cines españoles.

Alicia G. Arribas.

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