Ha sido la primera sopresa de la noche. Y, desde luego, la más feliz. Silvia Abascal, que año tras año ha sido una de las estrellas más fulgurantes de la alfombra roja de los Goya, no ha faltado a su cita. Sin anuncio previo, ha llegado a la ceremonia vestida con un largo vestido de color rosa palo.
La actriz ha dado el primer premio de la ceremonia, el de mejor actor de reparto. Ha sido pisar el escenario y ha sonado un emotivo aplauso en la sala. Tras él un silencio que le ha arrancado a Abascal un suspiro y un discurso lleno de sinceridad, sensibiliad y un agradecimiento hondo y sentido por estar presente.
Es su primera aparición pública desde que hace diez meses sufriera un devenecimiento en el Festival de Málaga, donde era miembro del jurado, mientras estaba en la sala de maquillaje preparándose para acudir a la gala de clausura. Lo que parecía sólo un susto terminó por ser muy delicado. Silvia Abascal sufría sin saberlo una malformación vascular congénita cerebral que nunca antes se le había manifestado.
Fue atendida de urgencia en el hospital Carlos Haya de la ciudad andaluza e ingresada posteriormente en la UVI. A los seis días, la trasladaron a Madrid, donde superó el ictus que la llevó a volver a ser intervenida "sin incidencias y con buen resultado quirúrgico" el 19 de abril.
Desde primeros de mayo se recuperaba en su casa de Madrid, "luchando como una leona", como ella misma explicó a través de Facebook. Sus esfuerzos han tenido éxito.
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