Siria pierde su patrimonio en los embates de la guerra

  • La guerra en Siria está acabando con el patrimonio cultural del país, sin que sus ciudadanos puedan impedir la destrucción de sus templos, zocos y mausoleos, ni el saqueo de sus tesoros.

Antes de la guerra, los visitantes admiraban los cientos o miles de tesoros de la historia siria, desde las primeras viviendas prehistóricas hasta los castillos de los cruzados, pasando por los templos grecorromanos.

¿Cuántos de ellos quedan intactos? "Más de 900 monumentos o sitios arqueológicos recibieron impactos, fueron dañados o destruidos" en cuatro años y medio de guerra, evalúa Cheijmus Alí, de la Asociación para la Protección de la Arqueología siria.

En diciembre de 2014, la ONU calculó que casi 300 sitios habían sido destruidos, dañados o saqueados desde marzo de 2011. Apoyándose en imágenes por satélite contabilizaba 24 monumentos completamente destruidos, 104 muy dañados y 85 con daños moderados.

Esto "no es un problema que afecte sólo a Siria. Es una destrucción del patrimonio mundial", afirma Alí.

Expertos internacionales dan la voz de alarma desde hace años, sobre todo desde que los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) empezaron a destruir sitios históricos en Irak y en Siria.

Sus temores se han materializado con el comienzo de la devastación de Palmira, la "perla del desierto" sirio. El EI hizo saltar por los aires los dos templos principales, el de Baalshamin y el de Bel, joyas "de un valor inestimable para nuestro patrimonio común" según la ONU.

Ahora temen por otros tesoros de Palmira. "Quedan decenas de tumbas, el anfiteatro y el templo de Nabu", explica Maamoun Abdelkarim, jefe de las antigüedades de Siria.

Con la destrucción de Palmira, el EI destruye un lugar que simboliza las distintas influencias de la historia siria. "Es el tipo de sitio mestizo con una mezcla de culturas impresionante, de influencias del mundo grecorromano, de la Siria de los sedentarios (...) de Mesopotamia y también del mundo de los nómadas, del mundo árabe", explica el arqueólogo francés Maurice Sartre.

Los yihadistas consideran idolatría cualquier arte o construcción preislámica. Esto no les impide vender en el mercado negro los tesoros arqueológicos saqueados en Siria y en Irak, un botín que alimenta su prosperidad financiera.

En Raqa (nordeste), su "capital" en Siria, la organización yihadista destruyó el mausoleo sufí de Uwais al Qarani y Amar Ben Yaser. En la provincia de Homs (centro), atacó el monasterio Mar Elian.

Pero el EI no es el único responsable de los estragos, debidos en su mayoría a combates con artillería pesada.

Alepo, la segunda ciudad del país, habitada desde hace 7.000 años, quedó desfigurada por tres años de enfrentamientos encarnizados entre rebeldes y el régimen. Su zoco, uno de los más bellos de Oriente Medio, y el minarete de su gran mezquita, del siglo XI, son las principales víctimas arquitectónicas.

La ciudadela cruzada del Crac de los Caballeros, cerca de Homs, también sufrió destrozos.

Cuando no acaban hechos añicos, los monumentos antiguos son presa de saqueadores. Antes incluso de que llegaran los yihadistas, los malhechores ya saqueaban a diario Palmira para vender las piezas robadas en el extranjero.

Dura Europos, en la provincia de Deir Ezor (este), apodada "la Pompeya del desierto", está "irreconocible".

La UNESCO no sólo se alarma de los destrozos en Siria, sino en Libia y Yemen, también escenario de conflictos.

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