Tàpies, el pintor que decidió tirar "por otros caminos".

  • Antoni Tàpies, el pintor que decidió abandonar el surrealismo al considerar que los artistas de este movimiento continuaban haciendo "pintura académica", resolvió, como opción personal, tirar "por otros caminos" de mayor libertad, caminos que después nunca ha abandonado.

Madrid, 6 feb.- Antoni Tàpies, el pintor que decidió abandonar el surrealismo al considerar que los artistas de este movimiento continuaban haciendo "pintura académica", resolvió, como opción personal, tirar "por otros caminos" de mayor libertad, caminos que después nunca ha abandonado.

"Tengo confianza en que influiré y que cambiaré la manera de pensar", decía el pintor, fallecido hoy en Barcelona a los 88 años, en la película documental "Alfabeto Tapies", dirigida por Daniel Hernández y presentada en el Festival de Cine de Sitges con motivo de su 80 aniversario.

Daniel Hernández reconocía entonces, en declaraciones a Efe, que la grabación de ese documental fue "una experiencia intensa", al haber descubierto "a un ser humano excepcional, que sabe más de lo que cuenta, pues se expresa a través de su obra y en su obra está todo".

Tàpies se reconoció en numerosas ocasiones más interesado por la pintura primitiva y el misticismo oriental que por cualquier otra tendencia contemporánea, y recordaba que en sus inicios en el mundo del arte, allá por los años cuarenta, su pintura era muy intuitiva y rebelde, como un reflejo de la situación dramática de la España de aquella época.

De sus declaraciones queda el "impacto" que le produjo la Guerra Civil, que le dejó como recuerdo dos años enfermo en cama, y le llevó "necesariamente" a reflejar "esa violencia" en su pintura.

Del surrealismo, cuyo primer contacto con este movimiento le llegó a través de una publicación catalana en 1934, reconoció siempre su pasión por Joan Miró, a quien admiró desde su juventud, mientras que al resto los consideraba "más interesantes por sus anécdotas literarias y aspectos simbólicos que por su pintura".

Si de Miró admiraba su visión "tan preocupada por el universo, y a la vez por las cosas más humildes", de Ramón Llul elogió su "modelo de personalidad mezcla de científico, místico y poeta".

El pintor catalán se mostró también especialmente interesado por el misticismo oriental, al considerar esta sabiduría, en muchos aspectos, "más moderna" que la cultura occidental.

De hecho, consideraba el trabajo de pintar como una actividad mística, aunque bromeaba al señalar que "no debe llevarse con cilicios ni resignación, sino con humor".

Comprometido con el tiempo que le tocó vivir, Tàpies no renunció a la polémica, como cuando firmó una declaración en la que se pedía la supresión de las corridas en Cataluña "porque los toros son animales dotados de sensibilidad física y psíquica, y la práctica de las corridas de toros inflige a los animales un sufrimiento atroz".

Igualmente, cuando recibió el Premio Velázquez de las Artes Plástica, en 2003, se reconoció "muy honrado y contento" con este galardón, pero reconocía que no era "la mejor época para recibir honores" a causa de la guerra de Irak.

"En otra época me hubiera sentido más contento de lo que estoy, el ambiente no es el ideal para recibir honores, son unas horas en las que quizás las armas están callando un poco", dijo en ese momento, en declaraciones a Efe, el pintor.

El inconformista Tàpies se quejaba, en 1990, de que el mundo vivía el peor momento de la historia para el arte debido a los flujos uniformadores de la cultura y la preponderancia del mercado.

"Asistimos a una gran euforia -decía- se habla mucho del triunfo del arte moderno, pero yo soy muy prudente en este sentido, porque las artes siempre han estado unidas a ideas, filosofías o creencias que en algunos casos ahora tratan de posponerse cuando muchos artistas se dedican a pintar exclusivamente para el mercado", aseveraba.

El pintor se lamentaba, ya entonces, de que fuese "más atrayente hablar de dinero, de cifras récord, que del mensaje espiritual que quisiera transmitir el artista, en medio de este caos que vive la sociedad moderna".

Pero el artista, interesado siempre por crear un lenguaje acorde con las circunstancias que le rodeaban, no renunció a seguir creyendo en el arte como actividad transformadora de la conciencia.

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