Tradición contra modernidad, un retrato cinematográfico de la sociedad afgana

  • Las tensiones entre la tradición y la modernidad, que empiezan a abrir grietas de libertad en la sociedad afgana, son el centro de la película "Wajma", del director Barmak Akram, la primera rodada íntegramente por ciudadanos de ese país asiático desde la guerra iniciada en 2001.

Gonzalo Domínguez Loeda

Manaos (Brasil), 8 nov.- Las tensiones entre la tradición y la modernidad, que empiezan a abrir grietas de libertad en la sociedad afgana, son el centro de la película "Wajma", del director Barmak Akram, la primera rodada íntegramente por ciudadanos de ese país asiático desde la guerra iniciada en 2001.

"Espero poner la primera semilla y que la sociedad evolucione hacia algo positivo", aseguró Akram a Efe durante una entrevista concedida tras la exhibición de su cinta en el Festival de Cine del Amazonas celebrado esta semana en la localidad brasileña de Manaos y en el que su trabajo obtuvo una mención especial del jurado.

El filme, que narra la historia de una mujer afgana que queda embarazada antes del matrimonio, muestra la mácula social que aún hoy puede producirse por cuestiones de honor en una cultura en la que, según el director, "la ley permanece muda" ante una situación que suele terminar con la muerte de la implicada.

La historia traspasa la pantalla y afecta directamente a los actores que la protagonizan ya que "lo más difícil" de la producción, según el director, fue "encontrar a una joven que aceptase interpretar a la protagonista".

Cuando una mujer se expone así en la pantalla "puede ser considerada una mala compañía", aseguró Akram quien agregó que "podría suceder que no encontrase nunca un marido".

El punto de partida que sirvió como inspiración para el director fue una visita a un hospital de la ciudad afgana de Herat en el que observó que había 260 casos de mujeres inmoladas.

"Intrigado fui a intentar entender porque se inmolaban y me di cuenta de que la mayor parte de los casos eran historias de matrimonios forzados", comentó.

Es en esas circunstancias donde el cineasta observó que "la mayor confrontación en la sociedad moderna" de Afganistán gira entorno a la mujer.

Mientras que las que viven en las comunidades más tradicionales no pueden acceder a la educación otras, como la protagonista de la cinta, comienzan a ir la universidad donde comparten el espacio con hombres.

Asimismo, señaló que la sociedad afgana ha dado un gran paso hacia la modernidad impulsada fundamentalmente por las nuevas tecnologías, pero afirmó que al mismo tiempo los más conservadores la "impulsan hacia atrás".

Sin embargo, dijo que él "no quería hacer una película sobre Afganistán" sino que su "objetivo final" era el de mandar un mensaje con unas trazas más universales.

"Quería hacer una película auténtica en la cual el público occidental puede reconocerse. En Europa y Estados Unidos la religión está muy presente y las relaciones de la protagonista pueden existir en cualquier otro país", ejemplificó.

Entre los problemas que enfrentó el cineasta durante el rodaje, además de conseguir un elenco ciento por ciento afgano, fue ocultar el guión a las autoridades que de haberlo conocido, aseguró, no habrían autorizado su filmación.

Por esto, su trabajo se multiplicó durante el rodaje convirtiéndose en responsable de guión, imagen, sonido, grabación, música y edición.

Además, tuvo que invertir una gran parte del capital que precisaba la cinta de su propio bolsillo para sacar el proyecto adelante.

Todo ello para "dar la ocasión al público afgano de tener una reflexión sobre la condición de la mujer y observar que es estúpido matarse por cuestiones como esta", resumió.

"En definitiva ese es el origen del teatro y del cine", agregó.

Sin embargo, la cinta tiene un giro esperanzador en su final, algo necesario para lograr "cambiar la mentalidad no solo en Afganistán sino en el mundo", concluyó Akram.

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