Tres grandes pioneros de la escultura moderna en la Royal Academy

  • Londres.- Los años que precedieron a la Primera Guerra Mundial fueron testigos del surgimiento de un trío de jóvenes artistas, de procedencia muy diversa, que literalmente revolucionaron la escultura británica.

Tres grandes pioneros de la escultura moderna en la Royal Academy
Tres grandes pioneros de la escultura moderna en la Royal Academy

Londres.- Los años que precedieron a la Primera Guerra Mundial fueron testigos del surgimiento de un trío de jóvenes artistas, de procedencia muy diversa, que literalmente revolucionaron la escultura británica.

A los tres- el británico Eric Gill (1882-1940), el francés Henri Gaudier-Brzeska (1891-1915) y el neoyorquino de origen judío polaco Jacob Epstein (1880-1959)- dedica la Royal Academy of Arts londinense una exposición, que podrá visitarse a partir de este sábado y hasta el 24 de enero.

Las obras expuestas, más de noventa piezas, entre esculturas, dibujos y pasteles, muestran claramente que ellos, y no otros artistas posteriores como Henry Moore o Barbara Hepworth, son los auténticos pioneros de la escultura británica del siglo XX.

Sin los tres no se entendería la obra no sólo ya de Moore, sino de otros artistas posteriores como Anthony Baro, Tony Cragg o incluso Anish Kapoor, a quien la misma institución dedica simultáneamente una retrospectiva.

Acostumbrados a la insípida escultura victoriana, inspirada en los cánones grecorromanos, sus contemporáneos rechazaron en un primer momento las obras de esos tres revolucionarios, algunas de las cuales, de contenido abiertamente sexual, llegaron a calificar de "indecentes" e indignas de ser exhibidas en público.

Como otros artistas de la época en Europa, los tres estaban muy influidos por el arte de otras culturas: el de las islas del Pacífico en el caso de Gaudier-Brzeska, el africano y el egipico, en el caso de Epstein y el indio, en el de Gill.

Una escultura de Epstein, la titulada "Rock Drill" (1913-15) muestra tal vez mejor que ninguna otra el espíritu de ese nuevo arte en la edad del maquinismo y todavía produce hoy, cerca de un siglo después de su creación, un enorme impacto en el espectador.

Se trata de una gran figura blanca de extraño aspecto -un híbrido entre insecto gigantesco y robot-, que, con un feto en la caja torácica y los pies descansando sobre un trípode, maneja un enorme barreno que, como un enorme falo, tiene entre las piernas.

La inclusión de un barreno auténtico de minero a modo de "objet trouvé" duchampiano en una obra de arte era un hecho totalmente nuevo en Gran Bretaña y un crítico de la época confesaba la dificultad de comprender "la incongruencia entre una máquina y un hombre sintético".

La obra fue reconstruida posteriormente ya que en determinado momento Epstein la desmanteló y la dejó reducida a un cuerpo truncado, sin brazos ni piernas, como una víctima más de la primera guerra mecanizada de la historia, en uno de cuyos frentes había caído con sólo 23 años su amigo Gaudier-Brzeska.

Éste, muy vinculado al movimiento artístico británico conocido como "vorticismo" -fue uno de los signatarios del manifiesto que lo lanzó en la revista "Blast"-, encontró desde el primer momento un importante apoyo en el gran poeta estadounidense Ezra Pound.

La monumental cabeza del autor de los "Cantos", que adornó algún tiempo la tumba del poeta en Venecia, una forma viril al tiempo que hierática como las esculturas de la isla de Pascua, representa a la perfección su particular estilo de ritmos y planos.

Otra escultura suya realmente revolucionaria es la bailarina titulada "Red Stone dancer", con su forma de zigzag, su cabeza constituida por un triángulo y los irregulares pezones, circular uno, rectangular, otro. De ella escribió Pound que era como una "tesis de sus ideas sobre la forma pura".

Eric Gill es de los tres escultores el más conservador: cree como sus compañeros en la importancia de trabajar directamente la materia y busca su inspiración en los artesanos de la Alta Edad Media.

Su obra, influida tanto por el románico como por las esculturas de los templos indios, está marcada por una abierta sexualidad, especialmente patente en su famoso "Éxtasis", de 1910-11, un relieve que muestra a una pareja de perfil fundida en un íntimo abrazo, o en el desnudo frontal de mujer titulado "A Roland for an Oliver/Joie de Vivre".

Hijo de un pastor protestante, Gill se convirtió en 1913 al catolicismo y creó una serie de esculturas dedicadas a la maternidad, además de pasar los años de la Primera Guerra Mundial esculpiendo para la catedral católica de Westminster, en Londres, relieves monumentales que representan las estaciones de la cruz.

Joaquín Rábago

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