Un pletórico Poveda celebra en el Liceo de Barcelona sus 25 años de carrera

  • Hay artistas que por orgullo ocultan las fuentes de las que bebieron y beben. Otros, agradecidos, las muestran sin rubor, como Miguel Poveda que anoche celebró sus 25 años de carrera con un concierto en el Liceo donde enseñó los credos y mandamientos que le han guiado en este cuarto de siglo.

Sergio Andreu

Barcelona, 7 feb.- Hay artistas que por orgullo ocultan las fuentes de las que bebieron y beben. Otros, agradecidos, las muestran sin rubor, como Miguel Poveda que anoche celebró sus 25 años de carrera con un concierto en el Liceo donde enseñó los credos y mandamientos que le han guiado en este cuarto de siglo.

Poveda estuvo pletórico con un espectáculo que si el de Badalona hubiera nacido en New Jersey podría presentar con éxito en algún lujoso casino de Las Vegas, como los viejos "crooners".

El catalán, a quien con sus 40 años aún le queda mucha historia por delante, prefirió para esta efeméride personal rendir homenaje a los estilos y palos que le han convertido en un nombre clave de esa corriente que nada al margen de modas.

Para este concierto, incluido en el programa de la 15 edición del festival Sabadell Mil·leni -con un Liceo casi a reventar- el cantante seleccionó una "track list" repleta de copla, boleros, tango, flamenco y poesía, en castellano y catalán, lengua que él mismo reconoció que tiene un poco olvidada tras diez años fuera de Cataluña.

"No me gustaría dejar de hablar un catalán fluido, sobre todo tal y como están las cosas", bromeó.

Acompañado en el escenario por una quincena de músicos, entre ellos el guitarrista Juan Gómez "Chicuelo" y el pianista Joan Albert Amargós, y un solvente grupo de cuerda, el cantaor mostró sus cartas desde el primer momento.

Las adaptaciones de los versos de Miguel Hernández ("Para la libertad"), Lorca ("Romance de la dulce queja") o Maria Mercé Marçal ("Cançó del bes sense port") para adentrarse luego, arremangado ya y solo con la guitarra, en veredas más jondas: "Se oye un grito en el rundio" o "Porque yo no te he dado motivos".

Bajo una colección de fotografías de su vida proyectadas en el fondo del escenario, Poveda acompañaba la voz con el arte de sus manos y de una gestualidad intensa. Incluso se arrancó a bailar, con mayor o menor acierto según gustos pero entregado.

Uno a uno, citó -y cantado- a quienes le guiaron de joven: Lole y Manuel ("Nuevo día") o el "Ojalá que te vaya bonito" de Chavela Vargas, "esa gran chamana". Acercándose más tarde a otras de sus pasiones, el tango ("Uno", "Cuesta abajo"...) o la música brasileña y portuguesa: "Meu fado" (Mariza) o la "Fuerza extraña" de Caetano Veloso, que interpretó junto a la sensual voz de Carmen Canela.

Para la segunda parte del espectáculo -que duró cerca de tres horas- Poveda, coqueto de nuevo con esmoquin, reservó los boleros ("¿Quién dijo") que le permitieron exhibir su faceta más teatral y también para la copla: "Vente tú conmigo", "Mi copla por los rosales" o el escalofriante "A ciegas", de Quintero, León y Quiroga.

"Siempre me ha gustado la copla, por sus letras. Hay que acercarse a ella sin complejos, ni lecturas políticas, y yo se lo tengo que agradecer a mi madre", explicó el cantante.

A Marifé de Triana, "que siempre me apoyó", la dedicó "Mis tres puñales", antes de entrar en la recta final de la ceremonia en el Liceo con un recuerdo para tres gigantes: Enrique Morente, Bambino ("Déjame en paz") y Camarón ("La leyenda del tiempo"). Un reprise que sirvió para demostrar la total versatilidad de Miguel Poveda que abandonó el escenario, cantando sin micrófono, y bailando, libre, sin los prejuicios ni miedos que acabaron con otras promesas que no supieron ver el camino.

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