Una caricia a la piel del circo en la ciudad francesa de Moulins

  • El Centro Nacional de Vestuario Escénico de Francia ha desnudado a las grandes compañías circenses del mundo con una exposición que presenta su guardarropa y revisa la historia de ese espectáculo sirviéndose de una puesta en escena inspirada en la energía y el colorido de las cabalgatas.

Laura Bayarri

Moulins (Francia), 11 ago.- El Centro Nacional de Vestuario Escénico de Francia ha desnudado a las grandes compañías circenses del mundo con una exposición que presenta su guardarropa y revisa la historia de ese espectáculo sirviéndose de una puesta en escena inspirada en la energía y el colorido de las cabalgatas.

La muestra "En piste!", que puede visitarse hasta el próximo 5 de enero en Moulins, introduce al público en los entresijos de esta función, con más de 130 vestidos tradicionales y contemporáneos, y complementos indispensables como el maquillaje, las pelucas o las máscaras.

Una reproducción del camerino del célebre trío de payasos Fratellini, afamados durante la primera mitad del siglo XX, recibe al espectador e ilustra la transformación física del artista en un personaje dispuesto a suscitar la risa o la emoción, pero también a fascinar con proezas y riesgo.

Sensaciones que acompañan al visitante y descubren el repertorio visual del universo circense, que germinó a partir de cinco figuras arquetípicas consolidadas entre 1770 y 1860: el caballista, el maestro de pista, el payaso, el acróbata y el domador.

El primero de ellos es especialmente relevante ya que su origen se encuentra en el nacimiento de este espectáculo: el caballista y el circo nacieron "a galope", cuando, en 1768, el oficial de caballería inglés Philip Astley decidió representar exhibiciones ecuestres ante sus camaradas.

"Los jinetes se desligaron rápidamente de los códigos militares y empezaron a lucir vestimentas más sugerentes y confortables para su repertorio, como los tutús de ballet", declaró a Efe la comisaria de la exposición, Delphine Pinasa.

El maestro de pista ha sido la única figura cuyo vestuario sobrevivió a la renovación del circo durante los años 60, motivada, principalmente, por la pérdida de interés del público tras la irrupción de la televisión.

El resto de artistas, según detalla la experta, se han regido por los códigos de vestimenta que marcaban cada época y, sobretodo, por las prendas que lucían las grandes estrellas del cine en películas tan míticas como "Cleopatra" (Joseph L. Mankiewicz, 1963).

Así, durante más de 200 años, la peculiar chaqueta del presentador, corta por delante y con cola en la parte trasera, ha encarnado la elegancia de esta figura que en todos los modelos de pista, desde el grandioso Cirque du Soleil al modesto Cirque Plume, viste tonos sobrios y sombrero de copa.

No obstante, si hay un artista que representa la esencia del circo, es sin duda el payaso, y "En piste!" da buena cuenta de ello.

Fue el payaso blanco, con su rostro pálido, sus mofletes rojizos y su sombrero de cono quien desde los inicios personificó la delicadeza, la seriedad y, en ocasiones, también la tristeza.

Su particular vestuario consistía, y todavía lo hace, en un conjunto, muchas veces colmado de lentejuelas, de mangas prominentes a la altura de los hombros, cintura estrecha y unos grandes bolsillos triangulares en forma de cucurucho.

"La casa francesa Vicaire es especialista desde 1947 en la confección de los pesados vestidos del payaso blanco (entre 10 y 20 kilogramos), a los que aplica bordados y brillantes, en un trabajo manual de más de 300 horas para cada uno", observó Pinasa.

En 1870, un jinete cayó del caballo mientras ejecutaba un salto gimnástico y el público estalló en carcajadas, dando origen al payaso augusto que, como antítesis al payaso blanco, empezó luciendo trajes desbaratados, encogidos deliberadamente y muy adornados, que se remataban con una gran nariz roja.

En el polo opuesto, el vestuario de acróbatas y trapecistas se concibe como una "segunda piel protectora", que acompaña al movimiento y embellece la musculatura del artista, como los trajes que el diseñador Thierry Mugler creó para el número "Zumanity", del canadiense Cirque du Soleil, y que se pueden admirar en Moulins.

Las líneas de una cebra, los huesos de un esqueleto humano o las escamas de un libélula sobre una tela elástica y moldeable, idónea para las piruetas, invitan a descubrir, en esta sección, la ciencia de los cortes, los materiales y los pigmentos.

El contraste entre domadores y domadoras se hace más que evidente en su atuendo: ellos, encargados de los animales salvajes como el tigre o el león, reviven la imagen de gladiador del circo romano, mientras que ellas, que se ocupan de los animales domésticos, visten crinolinas del siglo XIX y grandes sombreros.

Y todos, el caballista, el maestro de pista, el payaso, el acróbata y el domador comparten un complemento: el maquillaje, elemento artístico diferenciador ya no solo del actor, sino también de la familia circense.

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