Una novela de los años 30 se convierte en un pequeño superventas del siglo XXI

  • “La hija de Robert Poste”, novela satírica de Stella Gibbons, es un éxito editorial en España gracias al boca oreja de los lectores
David González / Aviondepapel.tv

Japón invadía Manchuria, el fascismo ascendía en Alemania, la crisis de la Gran Depresión desembarcaba en Europa y Aldous Huxley publicaba “Un mundo feliz”. Mientras tanto, la periodista cultural y reportera Stella Gibbons ya había planeado una peculiar venganza literaria: en 1932, aparecía su libro “Cold Confort Farm”, o como ahora se conoce en su traducción al castellano, “La hija de Robert Poste”.

Esta novela se ha convertido en un pequeño superventas gracias al boca oreja de los lectores y el runrún que ha tenido el libro en internet. “La hija de Robert Poste” se publicó en España en febrero de este año. Desde entonces, acumula 13 ediciones, casi 30.000 ejemplares vendidos y, seguramente, un millar de carcajadas por parte de su legión de lectores.

Stella Gibbons quiso escribir una novela parodia contra el género histórico y sentimental que predominaba en aquellos novelones decimonónicos edulcorados. Deseaba una revancha contra los escritores de medio pelo y contra los ególatras y misóginos críticos literarios que los defendían. Así, Gibbons pergeñó “La hija de Robert Poste”, una novela que no es tal, sino más bien una burla hecha literatura.

Es la hilarante historia de Flora Poste, frívola joven que, cuando la Gripe Española la deja huérfana de padres, opta por mudarse a vivir a la granja de sus familiares lejanos, los Stardkadder. Flora entra así en un mundo rural que confronta con la modernidad urbanita de la que procede.

La joven se topa entonces con unos peculiares personajes asilvestrados entre los que se encuentran Merian, chica que se queda embarazada cada año cuando florece la parravirgen, o la enigmática tía Ada, matriarca que mantiene en vilo al lector gracias a una de las frases míticas de esta novela: “He visto algo sucio en la leñera”. Esta sentencia es algo así como un Mcguffin o elemento de suspense irresuelto que deambula por las 357 páginas de este novelón satírico.

“Por alguna razón, la novela ha tenido una buena recomendación entre los lectores y las redes sociales. Algunos libros extranjeros no funcionan en España y otros sí, como éste, que enganchan al lector”, explica Enrique Redel, editor de Impedimienta, editorial que se trajo a “La hija de Robert Post” a nuestro país.

La estructura del libro de Stella Gibbons funciona, porque atraviesa los tópicos de la novela sentimental de Emily Brontë o Jane Austen, y saca a flote los prejuicios sexuales masculinos, buenos territorios comunes de los que la autora se ríe sin piedad. No en vano, Gibbons incluye longas descripciones decimonónicas en algunos fragmentos de su novela, pero alertando al lector de que son párrafos de alta literatura. Para ello, dichas frases las clasifica con uno, dos o tres asteriscos, en una peculiar gradación de excelencia literaria. “El viento era la voz furiosa de aquella bestia luminosa y babeante que estaba comenzando a desvelar las buhardillas (…) de Cold Comfort Farm”, se lee, en tono de burla, en el tercer capítulo, con dos asteriscos precediendo el párrafo.

El editor Enrique Redel confiesa que, como buen rastreador de libros, encontró en agosto la novela en una librería de Londres y descubrió que no se había publicado en España. Cuando la colocó dentro de su catálogo, se vio sorprendido por la aceptación del público. Durante la pasada celebración del Día de San Jordi, la novela casi había desbancado a Eduardo Punset en la lista de libros más vendidos online de una importante cadena de librerías. Buena muestra de que el marketing no ha tenido mucho que ver en este éxito editorial y sí las recomendaciones de los lectores.

“Nosotros somos una editorial casi de corte familiar. Si me preguntas si se hubieran vendido más ejemplares de “La hija…” en caso de que fuera una gran editorial quien lo hubiera editado, yo te diría que no. Lo hubieran lanzado como un gran superventas y le faltaría la recomendación del público y de los libreros”, asegura Redel.

Funciona “La hija de Robert Poste” por su tono sarcástico, por la burla desnuda de aquellas novelas del siglo XIX que ahora tanto cuesta leer por su densidad y agónico romanticismo. Sin embargo, además de este lado burlesco, “La hija de Robert Poste” gusta porque nos resuenan los mismos mimbres con los que están hechos los cuentos infantiles. Flora Poste no es más que una joven Blancanieves desahuciada que entra a vivir en la casa de los siete enanitos y se toma muy en serio la labor de reeducarlos. “Cold Confort Farm” mantiene dicha estructura, pero socavando el contexto social y mezclando, como pulpa escondida de la historia, la emancipación femenina.

“Gibbons era periodista, no escritora. Se ve obligada a bregar contra los fenómenos literarios y tabúes sexuales de la época. Tampoco es una autora de una sola novela, porque publicó 25 libros además de “La hija de Robert Poste”. Ella huía de la experimentación y la impostación”, finaliza Enrique Redel.

Mostrar comentarios