Una solitaria vuelta al ruedo como cierre a La Blanca de Vitoria

  • Álvaro Suso.

Álvaro Suso.

Vitoria, 8 ago.- Una solitaria vuelta al ruedo, a cargo de Miguel Ángel Moreno, fue el pobre balance de la novillada con picadores que echó hoy el cierre a la feria taurina de La Blanca de Vitoria.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Manuel Caro Andrade, bien presentados y de juego deslucido.

Miguel Ángel Moreno, que sustituía a Mario Alcalde: estocada desprendida y dos descabellos (vuelta); y dos pinchazos y estocada (silencio).

Cayetano Ortiz: dos pinchazos y estocada (silencio); y pinchazo, estocada y descabello (ovación).

Martín Campanario: estocada (silencio); y pinchazo y estocada (pitos).

En cuadrillas, saludaron "Venturita" y Fernando Sánchez, banderilleros de Moreno, en el primero.

La plaza tuvo menos de un cuarto de entrada.

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TRISTE FINAL

Miguel Ángel Moreno llegó a Vitoria por la vía de la sustitución. Una nueva indisposición de un torero en esta feria; tres en cuatro tardes. En los tendidos, la opinión coincidía en un ataque del virus de la taquilla; ya saben aquel que por la falta de espectadores afecta al bolsillo de los actuantes.

Pero el parte oficial rezaba una inflamación de rodilla, vieja dolencia de Mario Alcalde, al que habrá que guardar solemne creencia.

El de Lorca no se dejó nada en el tintero ante sus dos novillos, pero la falta de oficio le hizo pasar algunos apuros cuando su primer novillo comenzó a pararse mediada la faena. Hasta entonces, había logrado algunas series templadas.

En el quinto pasó más apuros, desde las dos largas cambiadas con las que recibió al novillo, que le apretó y salió ileso de puro milagro.

Cayetano Ortiz demostró ser el espada más puesto de la terna. Mostró seguridad y despachó con solvencia sus dos novillos. Los momentos más destacados los logró en el quinto, un serio burraco al que recetó algunos derechazos buenos y otros naturales con gusto; todo con el pero de estar siempre muy despegado.

Martín Campanario tiró por la calle del medio en su primero, un ejemplar que se rajó y desarrolló sentido, con el que el oscense nunca llegó a ponerse de verdad.

En el sexto se lesionó al tomar precipitadamente el olivo con el capote y acabó perdido en un despropósito que enfadó al poco público que asistió al festejo.

Fue un triste final con pitos, que refleja la dramática situación de la feria de Vitoria.

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