"Volar" la "mirada limpia" de Carla Subirana a los entresijos del ejército

  • Mateo Sancho Cardiel.

Mateo Sancho Cardiel.

Madrid, 9 feb.- Carla Subirana se ha convertido en la primera cineasta en colar su cámara en una escuela militar española en "Volar", documental que se proyecta durante el mes de febrero en la Cineteca Matadero de Madrid y en el que lanza "una mirada limpia" que desmarque al Ejército de la imagen del cine bélico.

Ni los gritos de "La chaqueta metálica", ni el enfoque filosófico de "Apocalypse Now" ni la descripción aséptica de "En tierra hostil" o el patriotismo de "Salvar al soldado Ryan". España no es Estados Unidos y Carla Subriana, mujer y catalana, juega en "Volar" a ver "qué ocurre, dónde nos recolocamos" cuando se ve el Ejército en sus rutinas diarias.

"Me interesa descolocar al espectador", asegura la cineasta, quien pasó un año entero negociando el permiso para adentrarse en la opacidad de una institución como el Ejército del Aire, en concreto en la Academia General del Aire de San Javier (Murcia), y quien tuvo que hacer ese mismo ejercicio de "limpieza" consigo misma para una película que fue nominada al mejor documental en los premios Gaudí.

"No tengo ningún familiar ni conocido dentro del ejercito. Mi desconocimiento era absoluto, en San Javier como documentalista tuve que hacer el esfuerzo de sacarme la mochila de prejuicios y tener mirada limpia ante lo que yo veía", explica a Efe en una entrevista.

A pesar del exotismo que para ella supone una academia militar, le pudo "una curiosidad ante un mundo históricamente opaco, especialmente en nuestro país. Una caja cerrada de la que no sabemos nada, aunque tengamos muchas noticias. Quería meter el ojo a través de la cerradura y poder observar. Por qué alguien decide entrar en el ejército, sus motivaciones y cómo funcionan", explica.

Ese contraste entre "chavales de 18 años que habían tenido una vida civil como cualquier otro y entran allí en el microcosmos de la academia, con sus normas de conducta y sus reglamentos", es solo uno de los bastiones que "Volar" aborda.

Y es que el ejército, para Subirana, se desplegó como "un gran teatro donde hay una representación de unos rituales, cada día el mismo horario. Del toque de diana al desayuno, la arriada de bandera... como un día sin fin en el que todo se repite constantemente".

No por casualidad, sino por lo jugoso que podía resultar en lo cinematográfico y el contraste entre disciplina y libertad, Subirana decidió "elevarse" hasta el Ejército del Aire.

"La máquina aérea volando me parece de un poderoso visual interesante e ingresar en la academia y aprender a volar está muy relacionado con los sueños infantiles que tienen los niños. 'de mayor quiero ser piloto, astronauta...'", explica.

Esa ilusión primigenia acaba implicando "un nivel de sacrificio muy alto". "El esfuerzo que hacen, que se les pide, es brutal, especialmente a esas edades, que quieren salir con los amigos", añade.

Aunque asegura que "no ha habido ninguna censura" y, poniendo por delante que nunca quiso hacer una sátira ("yo no soy Michael Moore", sintetiza), Subirana sí estaba preocupada por su posición.

"Es una producción independiente y no tiene nada que ver con la propaganda que ellos hacen. Encontrar ese equilibrio ha sido muy complicado y ha sido mi gran obsesión. He sido como una funambulista por el cable", resume.

Pero su sensación de libertad no ha podido evitar encontrarse con los reparos de los estudiantes a sincerarse. "Los chavales no se atreven a acercarse y decir todo lo que piensan, hay que ir con cuidado. Su reglamento interno los prohíbe hablar de política, te engañaría si te digo que había diálogo fluido y podíamos hablar de todo", concluye.

"Volar" fue estrenada ayer la Cineteca Matadero y seguirá en cartel todos los fines de semana de febrero y el 1 de marzo.

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