Vuelve a casa, vuelve...

  • Esperanza Aguirre ha sido de las primeras en llegar hoy la Real Casa de Correos para recoger la Medalla de Oro de la Comunidad, desenvuelta y natural, como abuela orgullosa y dejando su impronta en su vuelta por unas horas al lugar desde el que dirigió la Comunidad de Madrid durante nueve años.

Paloma San Segundo

Madrid, 2 may.- Esperanza Aguirre ha sido de las primeras en llegar hoy la Real Casa de Correos para recoger la Medalla de Oro de la Comunidad, desenvuelta y natural, como abuela orgullosa y dejando su impronta en su vuelta por unas horas al lugar desde el que dirigió la Comunidad de Madrid durante nueve años.

Y es que hoy Aguirre ha sido una de las protagonistas estelares de la recepción del Dos de Mayo, casi más que el mismísimo presidente de la Comunidad, Ignacio González, acostumbrado ya al "deslumbre" de su antecesora, y casi lo mismo que el portero del Real Madrid y de la Selección Española, Íker Casillas, que ha recogido también su Medalla de Oro.

A Casillas le ha acompañado en los fastos su novia, la periodista Sara Carbonero, y a Aguirre algunos miembros de su numerosa familia, entre ellos su madre y su nieta Beatriz, que ha pasado en la ceremonia por los brazos de su abuela -incluso durante la tradicional parada militar en la Puerta del Sol- y también por los de la Delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes.

Una parada militar a la que ha acompañado el día en lo meteorológico, pero que a juicio de algunos habrá quedado deslucida en parte por las protestas y pitadas que se han escuchado por parte defensores de la sanidad pública y trabajadores despedidos de Telemadrid, que han intentado acallar otros ciudadanos con aplausos.

En el estrado de personalidades figuraban Ignacio González, la alcaldesa, Ana Botella; el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón; la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes; el presidente del Senado, Pío García-Escudero; el presidente de la Asamblea de Madrid, José Ignacio Echeverría, y el presidente del Tribunal Constitucional, Pascual Sala, entre otros.

Gallardón, único representante del Gobierno central además de Cristina Cifuentes, ha llegado a la Puerta del Sol a las 11 horas, haciendo gala de su famosa puntualidad, y ha tomado asiento en primera fila junto a Pío García Escudero, a pocos metros de Aguirre, que por aquel entonces saludaba a otros premiados como ella.

Ha sido la expresidenta regional la que se ha acercado a Ruiz-Galardón para darle dos besos y hacer algunos comentarios mientras le indicaba los lugares que ocupaba su familia y señalaba orgullosa a su nieta para que la viera el ministro.

Dos medallas lucía hoy Aguirre en cada uno de los lados de su chaqueta: la de los milicianos del cementerio de la Florida -en el lado izquierdo- y la recién impuesta de Oro de la Comunidad que el presidente le ha colocado a la derecha.

Todo ello sobre un vestido anaranjado que, según ha confesado a las periodistas, se compró ayer mismo en una tienda de una conocida marca en el aeropuerto de Barajas cuando regresaba de un viaje relámpago a Portugal y se dio cuenta, de repente, de que hoy no tenía qué ponerse.

Aguirre ha llegado vestida de firma pero ha salido descalza, porque al final se ha quitado los zapatos cansada de soportar los altos tacones durante el largo tiempo que ha permanecido de pié escuchando elogios y los deseos de algunos de que regrese a la "primera línea" política o haciéndose fotos con los invitados.

Casi ha sido tan fotografiada como Íker Casillas, que ha permanecido en un constante halo de cámaras y fotógrafos al que el campeón mundial de Móstoles está también ya acostumbrado.

La recepción oficial, a la que se ha invitado a unas 2.000 personas, ha puesto punto final a un acto en el que no ha faltado el Gobierno regional en pleno, los portavoces de los grupos de la oposición parlamentaria, alcaldes, concejales y representantes de la cultura, el deporte, la judicatura, la iglesia y el mundo empresarial y sindical.

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