Zanetti salta a dirección con Amapola, que evoca Sueño de una noche de verano

  • El cineasta argentino Eugenio Zanetti, ganador del premio Óscar en 1996, salta a la dirección con "Amapola", una cinta con un notable carácter onírico y fantasioso que evoca "Sueño de una noche de verano" y que traslada el clásico de Shakespeare a la Argentina de los años 50 y 60.

Gonzalo Domínguez Loeda

Bogotá, 24 oct.- El cineasta argentino Eugenio Zanetti, ganador del premio Óscar en 1996, salta a la dirección con "Amapola", una cinta con un notable carácter onírico y fantasioso que evoca "Sueño de una noche de verano" y que traslada el clásico de Shakespeare a la Argentina de los años 50 y 60.

En "Amapola", filme que abrió esta semana el Festival de Cine de Bogotá, Zanetti lleva una pequeña isla del río Paraná (Argentina) a un espacio etéreo en un tiempo indeterminado que gira entre la muerte de Eva Perón, el inicio de la dictadura de Onganía y la Guerra de las Malvinas, utilizando como vinculo común la obra de Shakespeare y una reflexión sobre el amor y sus errores.

"Cuando llegas al tercer acto te das cuenta de que se parece mucho la realidad al 'Sueño de una noche de verano'", dijo Zanetti a Efe en referencia a su salto a la dirección que se produce a los 68 años y tras 43 de carrera profesional en el cine.

El trabajo extraordinariamente personal de Zanetti, que también firmó el guión, va más allá de la labor convencional "de los artistas, que solía ser reflejar una realidad armoniosa que está debajo del caos" que ocupa el mundo, según explicó el cineasta.

"Como estamos atorados por una realidad donde se nos muestra la costra como la única realidad, esta película trata de mostrar otras partes de la realidad que no están expresadas en la cultura", añadió el argentino que en 1995 se alzó con el Óscar a la dirección artística por su trabajo en "Restauración".

Para generar ese lenguaje propio desarrollado a lo largo de su carrera, Zanetti entrelaza un diseño artístico muy personal y elementos como la ópera o el teatro que complementan una historia que muestra las múltiples facetas de un creador que, en esta ocasión, ha cedido la dirección de arte a Graciela Fraguglia.

La cinta, pese a ese lenguaje propio y tratarse de un proyecto personal, también se sirve de la experiencia de Zanetti que empleó su conocimiento del mercado estadounidense para conseguir una obra final que aspira a convertirse en un taquillazo en Suramérica y Norteamérica.

En ese camino hacia el éxito, la película fue estrenada en Argentina y exhibida por primera vez fuera del país en Colombia en una trayectoria que continuará en otros países del continente y terminará en Estados Unidos.

Para conseguir esa distribución, Zanetti cuenta con el apoyo de la productora Fox, lo que le ha permitido tener "una gran libertad" al despreocuparse por la distribución, lo que es extraordinario "para una pequeña 'peli' suramericana".

Además y pese a contar con el respaldo de Fox, Zanetti no tuvo "casi que hacer concesiones" comerciales, lo que era para él una de las condiciones fundamentales para poder dar el salto a la dirección.

La película, un "fruto extraño que es tan personal" que, a su juicio, nadie podría hacerla en Estados Unidos, supone para el argentino saldar una deuda personal, "dirigir y generar un concepto" propio que deseaba hacer desde el inicio de su carrera, cuando dirigió teatro y trabajó en diferentes facetas artísticas.

"En el tercer acto donde me encuentro uno va y vuelve a las cosas que quiso hacer en el primer acto, cuando tenía 20 años", apuntó en su entrevista con Efe.

Para quitarse esa espina, Zanetti, que después de la exhibición de su película se perfila como uno de los favoritos para alzarse con el premio del Festival de Cine de Bogotá, se ha rodeado de una actriz de carisma y larga trayectoria como Geraldine Chaplin.

La hija de Charles Chaplin forma un dueto con la joven actriz estadounidense Camilla Belle, que consigue llenar la pantalla y recoger el reto actoral de darle la réplica a Chaplin.

Entre ambas actrices, la historia consigue "apuntar al corazón, ni al cerebro ni a las tripas" con solvencia y permite a Zanetti mirar futuros proyectos con los que completar sus deseos creativos.

"No tengo ninguna expectativa (con "Amapola"), solo estoy feliz de hacer otra película", concluyó el cineasta entre risas.

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