Escándalo en torno a la mudanza del mayor mercado de pescado del mundo

Suelos contaminados, mentiras sobre la realización de las obras... La nueva gobernadora de Tokio ha sacado a la luz un escándalo tras otro en torno a las nuevas instalaciones que debían albergar desde esta semana el antiguo mercado de Tsukiji, la mayor lonja de pescado del mundo.

Desde hace ya tiempo los comerciantes se habían resignado a que este 7 de noviembre Tsukiji cerraría un capítulo de 80 años de historia cerca de Ginza y Shimbashi, el corazón de la capital, para trasladarse a Toyosu, una zona industrial en la bahía de Tokio alejada de los restaurantes. Pero todo indica que habra meses de retraso.

"Hace 50 años que trabajo aquí, pero qué quieren, han decidido que hay que marcharse, ya no está adaptado, no es conforme a las normas parasísmicas", declaró hace varias semanas Masakasu Manome, envolviendo un trozo de "hon maguro" (atún rojo).

"Allá será muy diferente, limpio, muy limpio, pero vamos a perder todo el ambiente, todo se hará por teléfono y correo electrónico", lamentaba el mismo día Naoya Kadoi, otro pescatero.

Tsukiji, una atracción turística con mucha vida pero vetusta, sucia y peligrosa en caso de seísmo, oía hablar de renovación o mudanza desde 1988. La elección de Toyusu se anunció en 2001.

Cuando todo el mundo creía que habían terminado las peripecias de este cuarto de siglo, el pasado 31 de agosto, un mes exacto después de su elección como gobernadora, Yuriko Koike, conocida por hablar sin rodeos, decretó que Tsukiji se quedaría donde está hasta que no se tenga la certeza de que todo está listo en Toyosu.

"Hay que garantizar la seguridad del lugar, evaluar la necesidad o no de nuevas obras y obtener todos los acuerdos medioambientales", explicó.

Y desde este anuncia todo va de mal en peor, porque han ido surgiendo otros problemas: vacío allá donde tenía que haber una tierra bien compacta y benceno allá donde tendría que haber desaparecido.

Antes de tener vocación de mercado de pescado, el terreno estaba ocupado por una planta de gas. Y fue vendido contaminado a la ciudad.

El proyecto de mudanza ya ha costado unos 588.400 millones de yenes (5.600 millones de dólares, 5.100 millones de euros), incluyendo los gastos ligados al saneamiento. Y eso sin contar con que el reemplazo del suelo por una tierra nueva, presentado como hecho por los responsables de las obras y la página web del ayuntamiento, nunca se llevó a cabo.

Fue la gota que hizo desbordar el vaso.

Koike encargó a un grupo de expertos que investigara el "problema de Tsukiji" que sigue creciendo. Hace poco decidió despedir al funcionario encargado de los mercados de Tokio.

Para mayoristas y vendedores, la incertidumbre empieza a pesar.

"Trabajamos duro, sin saber lo que nos deparará el año próximo", decía uno de ellos en un reciente debate sobre Tsukiji tras la proyección de un documental de este lugar considerado "único en el mundo", con sus 42.000 visitantes diarios, 19.000 vehículos que entran y salen, 480 tipos de pescado, 270 variedades de frutas y verduras, y 3.000 toneladas de mercancías vendidas cada día por un total de unos 16,5 millones de dólares (15 millones de euros).

Con suerte, la mudanza será para mayo, estimaba la prensa nipona hasta que Koike diera a entender el viernes pasado que el proceso de verificación de los criterios sanitarios y medioambientales podría durar 15 meses.

A los que se preocupan por las finanzas de los pescaderos que ya instalaron todos los equipamientos y empezaron a reembolsar los créditos, Koike prometió la instalación de un comité para estudiar un plan de ayuda.

El hecho de no mudarse a Toyosu en el plazo previsto cuesta ya 5 millones de yenes (47.000 dólares) diarios en gastos varios (vigilancia, electricidad, etc.), admiten las autoridades municipales.

Conforme a su credo "hagamos buen uso del dinero del contribuyente", la nueva gobernadora de Tokio también ha empezado a examinar atentamente los gastos previstos para la organización de los Juegos Olímpicos de 2020.

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