La investigación, llevada a cabo en cultivos celulares y verificada en ratones, proporciona una evidencia de que la microbiota puede interferir con la fisiología humana modulando la actividad del transportador de serotonina. Por tanto, la microbiota que vive en las tripas podría ser capaz de interferir con este transportador, controlando los niveles de serotonina.
El hallazgo, publicado en 'PLOS ONE', surge a medida que científicos de todo el mundo están trabajando para comprender las interacciones complicadas entre el "mundo invisible" de la microbiota en el cuerpo y el impacto que tienen en la salud e incluso en los estados de ánimo.
"Hemos comprobado que la proteína TLR2 altera la disponibilidad de serotonina, importante en una amplia gama de enfermedades como la depresión o la enfermedad inflamatoria intestinal. Sin embargo, necesitamos entender mucho más acerca de la relación entre la microbiota en las tripas y cómo interactúan, antes de que podamos crear tratamientos más efectivos", han señalado los expertos.
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