Cualquier entorno laboral puede ser un espacio altamente competitivo. Incluso belicoso. No sólo se lucha por el reconocimiento y la promoción, sino que a veces incluso por algo tan elemental como el respeto. En este campo minado de retos, las fricciones entre compañeros de trabajo (o con sus superiores) son prácticamente inevitables. Sin embargo, la gestión de conflictos laborales no debe tornarse en una batalla campal.
Imaginemos, por un momento, un equipo de trabajo compuesto por tres personas: tú, un compañero y un jefe. Tu colega tiende a monopolizar las reuniones, ignora tus preguntas y aprovecha cualquier oportunidad para desacreditar tu trabajo. De algún modo, te sientes derrotado. Hablas con tu jefe, pero este se mantiene "neutral", argumentando que son "estilos de trabajo diferentes". Parece una situación complicada, ¿verdad?
No será el primer ni el último conflicto laboral que se da en una empresa. Lo que ocurre es que, cuando este tipo de enfrentamientos no se atajan a tiempo, terminan encallando. Y puede derivar en ambientes realmente tóxicos e, incluso, disputas personales más allá del trabajo. Por eso, la experta en dinámicas laborales Amy Gallo propone en este artículo de Harvard Business Review 5 formas de gestionar un conflicto laboral sin recurrir a la violencia:
Poner sobre la mesa el impacto en el negocio
Enfrentar el problema implica, en primer lugar, reconocerlo. Pero para ello la mejor es hablar de las consecuencias para el resto que tiene esa situación enquistada. ¿Qué impacto tiene el comportamiento de tu compañero en los resultados del equipo y, por ende, en la empresa? Enumera estos impactos y preséntalos ante tu jefe de forma cuantificable. Hablar en términos de pérdidas y ganancias puede convertir un problema "emocional" en una cuestión pragmática que requiere solución.
Enmarcar el diálogo como una búsqueda de soluciones, no como una queja
Nadie quiere ser percibido como un "quejica". Cuando abordes el tema con tu jefe o con Recursos Humanos, hazlo desde la perspectiva de buscar una solución que beneficie a todas las partes involucradas. Plantea opciones viables que podrían mejorar la situación, como establecer normas claras de comunicación o realizar reuniones de seguimiento para asegurar la transparencia.
Utilizar la diplomacia y la empatía para ganar aliados
La estrategia aquí es sutil pero efectiva. Pregunta a tu jefe o a otros compañeros: "¿Qué haríais en mi lugar?". Este enfoque puede generar empatía y, al mismo tiempo, ofrecer soluciones que quizás no habías considerado. Hacer que los demás se pongan en tu piel puede ser un paso importante para cambiar la dinámica del equipo.
Documentación exhaustiva: tu escudo y tu espada
Es posible que en algún momento necesites pruebas para corroborar tu versión de los acontecimientos. Por tanto, documenta cada incidente problemático, las fechas, las personas involucradas y las acciones que tomaste. Este registro no solo servirá como un escudo contra posibles falsedades sino que también actuará como una espada que podrás usar para presentar tu caso de forma objetiva y respaldada.
Si todo lo demás falla: recurrir a instancias superiores o externas
Cuando los canales internos se agotan y no hay signos de mejora, quizás sea hora de buscar mediación externa o acudir a instancias superiores en la empresa. Aunque este paso puede parecer drástico, en situaciones donde la toxicidad laboral alcanza niveles insostenibles, podría ser la única opción viable.
Porque la tensión en el ambiente laboral no solo mina la moral sino que también tiene un impacto negativo en la productividad y, por extensión, en la rentabilidad de la empresa. Los conflictos no resueltos generan un desgaste emocional y mental que puede llevar a resultados desastrosos. Por eso, es fundamental abordarlos de manera proactiva y estratégica, siempre con el objetivo de crear un ambiente de trabajo más saludable y eficiente.
Siguiendo estos cinco pasos, podrás estar mejor preparado para abordar y gestionar conflictos laborales, de manera que prevalezca un ambiente de respeto y colaboración en lugar de una atmósfera viciada por la discordia y la tensión. Y, sobre todo, evitando que la violencia (verbal o física) se instale en el equipo. Llegados a ese punto, únicamente la mediación externa o acudir a instancias superiores en la empresa puede ser la solución.
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