El ayuno en ramadán pone a prueba a los refugiados sirios en el Líbano

  • Fieles al tradicional ayuno en el mes de ramadán, los refugiados musulmanes sirios en el Líbano deben adaptarse a las circunstancias y esperar a recibir los alimentos que cada día toman tras la caída del sol.

Kathy Seleme

Wadi Jaled (Líbano), 12 ago.- Fieles al tradicional ayuno en el mes de ramadán, los refugiados musulmanes sirios en el Líbano deben adaptarse a las circunstancias y esperar a recibir los alimentos que cada día toman tras la caída del sol.

En la provincia de Wadi Jaled, en el norte del país, nuevos centros se han abierto para distribuir la comida a las familias de los refugiados que han huido de Siria desde que comenzara la revuelta contra el régimen en marzo de 2011.

Si antes las mujeres sirias iban a diario al mercado a comprar lo necesario para preparar los platos tradicionales del "iftar" -la comida que marca el fin del ayuno en ramadán-, ahora deben conformarse con recibirlo en ese tipo de lugares.

Decenas de personas se agolpan en uno de estos centros a la espera de obtener su ración, compuesta generalmente de un plato con pollo o carne, ensalada, frutos secos, zumos y algunas golosinas para los niños.

"Es uno de los ramadanes más tristes que hemos vivido. Rogamos a Dios que todo esto termine pronto para poder juntarnos en Siria con nuestra familia, de la que ahora no sabemos nada", afirmó a Efe una madre de diez hijos procedente de la castigada provincia de Homs que no quiso dar su nombre.

Este mes es sagrado debido a que, según la tradición islámica, fue en este periodo cuando el Corán le fue revelado a Mahoma, lo que es motivo de celebración para los musulmanes de todo el mundo, que por el día deben abstenerse de comer, beber, fumar o mantener relaciones sexuales.

Sin embargo, esta festividad cargada de espiritualidad ha pasado a un segundo plano entre los refugiados sirios, que han sustituido los banquetes nocturnos por la ayuda humanitaria y que, sobre todo, siguen con preocupación lo que sucede en su país natal.

"Para mí, este año el ramadán supone pedir a Dios que vuelva la paz en Siria, que vele por los míos y me dé fuerzas para hacer que ellos sobrevivan cuando regrese a mi país", sostuvo a Efe otra de las madres que, con aspecto de extrema delgadez, acudió a este centro para buscar comida.

Solo en Wadi Jaled, provincia fronteriza con Siria, se han establecido diez puntos de distribución que están financiados por Catar y administrados por organizaciones humanitarias.

En la aldea de Rami, una montaña de pan está expuesta en el ayuntamiento para comenzar a ser repartida alrededor de las 17.30 hora local (14.30 GMT).

La distribución de los alimentos en ramadán se vuelve caótica, ya que la mayoría de las personas quieren ser las primeras en servirse por temor a quedarse sin ración, por lo que a veces surgen disputas entre ellas.

El pan y los utensilios para la cocina los suministra la organización no gubernamental Avaaz, mientras que otras como Acción para el Hombre se dedican a repartir agua, afirmó a Efe el presidente del comité local para los refugiados sirios, Ali Badaui.

La responsable de la asociación "Islamic Relief" Hania Badaui reveló a Efe que las familias libanesas en situación de pobreza también piden esa ayuda, aunque solo se les facilita cuando sobra la que destinan a los refugiados sirios.

En el colegio de Amayad, que cobija a un centenar de mujeres y niños, estos últimos esperan impacientes la llegada de las motos en las que sus familiares traen el "iftar" y que se han convertido en el medio de transporte más común entre los refugiados.

Muchos de los menores sufren enfermedades de la piel y sus madres se mantienen en alerta cada vez que escuchan los bombardeos lanzados desde Siria que caen cerca de este centro escolar situado al otro lado de la frontera, en territorio libanés.

A los refugiados les inquieta además su suerte en los próximos meses, puesto que las clases comenzarán y deberán dejar el colegio.

"¿Qué va a pasar con nosotros? ¿Por qué no abren campamentos donde podamos quedarnos tranquilos y la ayuda esté más organizada?", se preguntan varias madres que, por miedo a las represalias, prefieren permanecer en al anonimato.

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