El extremismo religioso tunecino entra en una nueva fase, según expertos

  • El atentado suicida ocurrido hoy en la turística ciudad tunecina de Susa y un segundo frustrado por las fuerzas de seguridad suponen según varios expertos consultados por Efe que "los extremistas religiosos han iniciado una nueva fase en su estrategia de atacar la transición democrática".

Miguel Albarracín

Túnez, 30 oct.- El atentado suicida ocurrido hoy en la turística ciudad tunecina de Susa y un segundo frustrado por las fuerzas de seguridad suponen según varios expertos consultados por Efe que "los extremistas religiosos han iniciado una nueva fase en su estrategia de atacar la transición democrática".

Para el profesor Hadadi Remili, especialista en movimientos islamistas, la acción protagonizada por el joven que se inmoló hoy en una playa de Susa constituye "un elemento nuevo que manifiestamente significa que el terrorismo cambia de escala".

"Después de atacar a militares y asesinar a políticos, ahora ya intentan atacar a los civiles, lo que indica que hay un cambio de estrategia" en las filas de los salafistas y yihadistas, destacó a Efe Remili.

Para este profesor, el atentado de Susa y el ataque frustrado contra el mausoleo del presidente y padre de la patria tunecina, Habib Burguiba, en Monastir son una consecuencia "de la política del partido islamista gobernante Al Nahda" debido a que, en su opinión, "durante más de un año no emprendió medidas antiterroristas".

Para Remili, Al Nahda cambió "las estructuras del ministerio de Interior y del Ejército" y "descompuso los aparatos capaces de enfrentar este nuevo fenómeno que se ha ido ampliando".

En este sentido, citó el comunicado difundido el pasado 26 de octubre por el Sindicato Nacional de las Fuerzas de Seguridad de Interior que responsabilizó a las políticas de Al Nahda de la falta de experiencia en la lucha antiterrorista.

Para el islamólogo, además, "la tesis defendida por países occidentales que sostiene que el islam político moderado puede neutralizar a los radicales en una democracia es falsa".

Para el también profesor y especialista en terrorismo, Nuredín Naifar, aunque esta acción evidencia que "continúan las amenazas contra el Gobierno y contra la democracia en Túnez", es importante no "dejarse arrastrar por el pánico".

Naifar considera que con los ataques del pasado verano de grupos yihadistas contra el Ejercito en la montaña de Chaambi (región meridional colindante con Argelia) "se apuntaba al Gobierno" y que con el atentado frustrado de Susa lo que se pretende "es dañar el turismo".

"Atacan la economía porque quieren agravar la situación social y provocar una crisis, ya que los salafistas y yihadistas creen que eso les facilitaría la instauración de un Estado teocrático", agregó el profesor.

Para Naifar, además, el ataque también tiene como objetivo "reducir la presión" que ejercen las fuerzas de seguridad contra los grupos armados que se refugian en Chaambi y en varias regiones fronterizas con Argelia.

Por otra parte, también quiso destacar el "componente simbólico" del mausoleo del presidente Burguiba, blanco del ataque frustrado en Monasatir.

Según Naifar, Burguiba representa en Túnez "el símbolo de la modernidad del país y del laicismo".

Otros observadores consultados por Efe consideran que el fenómeno está muy lejos de ser controlado debido a que hay muchas células durmientes esperando actuar y a que ha habido una renovación generacional en las filas de los extremistas, algunos de ellos muy jóvenes.

Desde el comienzo de la transición en 2011, los salafistas han ejercido su presión e incluso la violencia contra cineastas, artistas, periodistas, universidades, licorerías, cadenas de televisión o tradiciones consideradas ajenas al islam, como la erección de mausoleos a santones.

Todo ello para intentar erradicar cualquier cosa que consideren contraria a su visión rigorista del Corán y de las tradiciones islámicas.

En 2013, los asesinatos de los políticos de izquierda Chukri Belaid, en febrero, y Mohamed Brahmi, en julio, así como la multiplicación de los ataques contra las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, han supuesto ya dos grandes saltos en su estrategia.

El ministerio tunecino del Interior aseguró hoy que el joven suicida de Susa y el compañero con el que se encontraba y que se dio a la fuga, eran miembros de una "célula durmiente" y seguidores del "salafismo takfirista". Es decir, extremistas islámicos que consideran infieles a todos aquellos que no piensan como ellos, aunque también sean musulmanes.

Mostrar comentarios