El Sínodo de la familia mostró divisiones, pero también pasos adelante

  • El Sínodo de la familia que hoy clausuró con una misa el papa Francisco mostró divisiones entre los obispos, pero por primera vez, y como había deseado el pontífice, hubo total libertad y sobre todo coincidieron en que la Iglesia tiene las "puertas abiertas" a todos sin distinciones.

Cristina Cabrejas

Ciudad del Vaticano, 19 oct.- El Sínodo de la familia que hoy clausuró con una misa el papa Francisco mostró divisiones entre los obispos, pero por primera vez, y como había deseado el pontífice, hubo total libertad y sobre todo coincidieron en que la Iglesia tiene las "puertas abiertas" a todos sin distinciones.

Aunque hoy resuenan los ecos de las divisiones respecto a homosexuales y divorciados, la realidad es que el documento final del Sínodo recibió el 90 % de los plácet en su conjunto e inauguró un camino de reflexión hacia el próximo Sínodo del año que viene, pero sin cerrar puertas.

Además, nunca se había gritado con tanta fuerza y al unísono uno de los mensajes que repite siempre el papa Francisco en sus discursos, el de que "la Iglesia católica debe tener siempre la puerta abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie", como se lee en el mensaje de clausura aprobado por la mayoría de los 191 obispos con derecho a voto y con sólo 16 votos en contra o abstenciones.

La invitación del papa Francisco a los participantes de ese Sínodo, calificado casi de "mini Concilio", a expresarse con total libertad ha producido en estos días duros y enérgicos debates, pero para el pontífice esto es sólo un aspecto positivo.

Francisco en su discurso de clausura de ayer se mostró muy satisfecho por el debate y las "animadas discusiones", y aseguró que se habría quedado "muy preocupado y triste" si todos hubieran estado de acuerdo o hubiese reinado una falsa y tranquila paz.

Otra pequeña revolución del papa fue la de querer que se publicase inmediatamente el documento final y sobre todo los resultados de las votaciones de cada punto del texto.

De esta manera, en una operación de transparencia total que nunca se había realizado en el Vaticano, se observó como tres de los puntos del documento no obtuvieron los dos tercios que se requerían, pero sí una amplia mayoría.

Entre ellos, el punto 52, en el que se proponía estudiar un camino penitencial para que los divorciados que se han vuelto a casar pudiesen recibir los sacramentos, fue el que más votaciones en contra tuvo, pero finalmente fue aprobado por 104 votos a favor y 74 en contra.

Lo mismo ocurrió con el punto 53 (112 a favor y 63 en contra) que instaba a continuar estudiando la posibilidad de que los divorciados que han vuelto a casarse puedan recibir "la comunión espiritual" o "por qué no pueden recibir la comunión sacramental".

La mayoría también aprobó, aunque hubo 62 votos en contra, que "los hombres y las mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos con respeto y delicadeza" y que se "evitará cualquier marca de discriminación".

Para algunos tras este Sínodo se observa que la división en la Iglesia es patente y el sector conservador "ha resistido" en los temas sobre gais y divorciados.

Pero para otros, como escribe hoy el experto Andrea Tornielli en "La Stampa", es la primera vez que en un texto sinodal se muestra la gran apertura hacia los divorciados que se han vuelto a casar o la belleza y valores que hay en las parejas casadas por lo civil.

Otro aspecto positivo, conseguido por la invitación a confrontarse del papa Bergoglio, es que temas desde siempre al margen del mundo católico "han entrado en la agenda de la Iglesia católica", según "La Stampa".

"La Repubblica", aunque habla de "ruptura" entre los obispos, abre su artículo sobre el Sínodo expresando que "La Iglesia cambia", aunque queden aún algunos reticentes.

Con su decisión de publicar todos los puntos del documento final, también los menos compartidos, el papa Bergoglio ha jugado su carta para emplazar a los obispos a un diálogo constructivo, también sobre estos argumentos, durante el próximo año que queda hasta la celebración del siguiente Sínodo igualmente dedicado a la familia.

El papa, que durante estas dos semanas ha guardado silencio, escuchando serio y hermético todas las intervenciones y asistiendo a algunas de las disputas, tomó la palabra ayer por sorpresa para concluir la asamblea y dio las bases para las próximas discusiones.

Les invitó a no caer en la tentación del "agarrotaminento hostil" o convertir "la piedra en pan y el pan en piedra".

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