Español y kazajo documentan la vida de 152 españoles en los gulags de Stalin

  • El 30 de septiembre de 2013, durante el viaje de presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, a Kazajistán, su homólogo, Nursultan Nazarbayev, le entregó un dossier, donde figuraban los nombres y apellidos de 152 españoles, que fueron recluidos en los gulags de la antigua Unión Soviética, algunos situados en territorio kazajo.

Carmen Clara

Madrid, 16 nov.- El 30 de septiembre de 2013, durante el viaje de presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, a Kazajistán, su homólogo, Nursultan Nazarbayev, le entregó un dossier, donde figuraban los nombres y apellidos de 152 españoles, que fueron recluidos en los gulags de la antigua Unión Soviética, algunos situados en territorio kazajo.

La lista posibilitó que familiares de combatientes de la División Azul y de republicanos pudieran conocer el destino de sus antepasados.

Todo este trabajo está recogido en el documental "Los olvidados de Karagandá".

El dossier es el resultado de un trabajo de investigación que tenía la finalidad de conocer las relaciones entre España y Kazajistán.

Esta labor fue realizada por un historiador kazajo, Bakyt Dyussenbayev, actual embajador de Kazajistán en España, y un español Enrique Gaspar, presidente de la Asociación Nexos-Alianza.

"Las relaciones datan del siglo XIV", asegura el actual embajador de Kazajistán en España, cuando el rey de Castilla, Enrique III, envió a Ruy González de Clavijo a la corte de Tamerland con la misión de establecer una alianza para luchar contra los turcos.

Las relaciones entre ambos países se pierden hasta la Guerra Civil española, afirma Enrique Gaspar.

"Dyussenbayev se pone en contacto con el director general de Archivos, Marat Absemetov, quien, a través de las indicaciones que le trasmiten, encuentra las fichas de 152 españoles", dice Gaspar.

Éstos estuvieron presos en los campos de Spassk y Kok-Usek, ambos en la región de Karagandá(Centro de Kazajistán)

"De estos 152, catorce habían fallecido en los campos, pero para muchos familiares conocer el destino de sus antepasados representó un alivio", añade el embajador de Kazajistán en España.

"En la lista hay españoles que combatieron en la División Azul, republicanos que marcharon a la exUnión Soviética para formarse y familias que sacaron a sus hijos de España y los enviaron a Moscú, son los llamados "niños de la guerra", asegura Gaspar.

"Por diversas razones, añade Gaspar, los 152 españoles acabaron en los campos de trabajos forzados de Karagandá. En esas condiciones tan adversas, se unen y olvidan sus diferencias políticas".

"Personalmente considero que es ahí donde comienza la reconciliación entre los españoles y donde los kazajos y españoles se relacionan a nivel humano, independientemente de los gobiernos", añade Gaspar.

Al finalizar la contienda internacional y después de restablecerse las relaciones entre los países, los prisioneros de guerra regresan a su patria.

"Sin embargo, España y la exUnión Soviética carecen de relaciones diplomáticas y hasta la muerte de Stalin muchos españoles no pueden regresar a su país", comenta Dyussenbayev.

Con este material la Asociación Nexos-Alianza, en colaboración con la embajada de Kazajistán en España rodaron "Los olvidados de Karaganda".

"Esta pieza reúne los testimonios de algunos de los supervivientes y los familiares de los españoles recluidos en los campos de trabajos forzados", dice Gaspar.

Una de las entrevistadas en la grabación es Ana Cepeda Étkina, hija Pedro Cepeda, un niño de la guerra. Cepeda narra en el documental y en su libro "Harina de otro costal""el nulo interés del Partido Comunista español establecido en Moscú por los niños de la guerra cuyos padres no pertenecían al partido" y el intento de fuga, en un baúl de Pedro Cepeda y José Tuñón.

"La fuga fue un fracaso, el baúl donde viajaba mi padre no pudo abandonar Moscú porque los funcionarios del aeropuerto pedían que el exceso de peso fuese pagado en rublos y quien le sacaba sólo tenía dólares", agrega Cepeda.

El baúl en el que viajaba José Tuñón llegó al avión pero fue colocado en posición vertical y pusieron encima bultos que taparon los agujeros e impidieron su respiración.

Pedro Cepeda y José Tuñón acabaron en el gulag, igual que otros españoles cuyos nombres que figuraban entre las pertenencias de los prófugos, aunque no estaban relacionados con su fuga.

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